El 18 de mayo de 2025, el movimiento ciudadano ‘Canarias tiene un límite’ se hizo sentir en las calles de las islas, así como en varias ciudades de la península y en Berlín. Esta movilización, que reunió a miles de personas, busca exigir un cambio en el modelo turístico que ha predominado en el archipiélago, un modelo que muchos consideran insostenible y perjudicial tanto para el medio ambiente como para la calidad de vida de los canarios. La consigna principal de la protesta fue clara: ‘Canarias tiene un límite y nuestra paciencia también’.
La manifestación se llevó a cabo en todas las capitales de las islas, así como en siete ciudades de la península: Santiago de Compostela, Bilbao, Pamplona, Granada, Barcelona, Valencia y Madrid. Además, Berlín se unió a la causa, mostrando la solidaridad de la diáspora canaria y de otros grupos que apoyan la lucha por un turismo más responsable y sostenible. Esta jornada de protesta se produce un año después de la multitudinaria manifestación del 20 de abril, que marcó un hito en la lucha por un cambio en la gestión turística de Canarias.
### La lucha por un modelo turístico sostenible
El movimiento ‘Canarias tiene un límite’ ha surgido como respuesta a la creciente preocupación por el impacto del turismo en el archipiélago. Los manifestantes exigen una redistribución de la riqueza generada por el sector turístico y la paralización de macroproyectos hoteleros que amenazan la biodiversidad y el paisaje canario. La plataforma que organiza estas movilizaciones está compuesta por diversos colectivos que representan a diferentes sectores de la sociedad canaria, desde ecologistas hasta trabajadores del sector turístico.
Uno de los puntos más críticos que se han señalado es la falta de acción por parte del Gobierno de Canarias. Los organizadores de la protesta han manifestado que el gobierno, liderado por el presidente Fernando Clavijo, no ha mostrado la valentía necesaria para implementar medidas que protejan el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos. Según los manifestantes, el gobierno se ha convertido en un prisionero de intereses económicos que priorizan el beneficio inmediato sobre la sostenibilidad a largo plazo.
César Manrique, el icónico artista y activista canario, ya advertía en los años 80 sobre los peligros de un turismo descontrolado. Sus palabras resuenan hoy más que nunca: «La única manera de salvar Lanzarote es parar, tomar conciencia clara de lo que está ocurriendo o, de lo contrario, perderemos el tren y realmente tendremos unas islas en ruinas». Esta visión crítica del turismo ha sido adoptada por muchos canarios que sienten que su hogar está siendo explotado en nombre del progreso económico.
### La respuesta de la ciudadanía
La respuesta de la ciudadanía ha sido contundente. Desde las primeras horas de la mañana, los puntos de concentración en las diferentes islas comenzaron a llenarse de manifestantes. En Lanzarote, por ejemplo, se registraron alrededor de 500 personas antes del inicio de la marcha. En Gran Canaria, la afluencia también fue notable, con manifestantes congregándose en el Auditorio Alfredo Kraus.
Los organizadores de la manifestación han expresado su esperanza de que estas movilizaciones sirvan para abrir un diálogo con el Gobierno de Canarias. La plataforma ‘Canarias tiene un límite’ ha hecho un llamado a la administración para que escuche las demandas de la ciudadanía y actúe en consecuencia. La falta de soluciones a las demandas planteadas en la manifestación anterior ha generado un sentimiento de frustración entre los canarios, quienes sienten que sus voces no están siendo escuchadas.
El espíritu de la protesta también se ha sentido fuera de las islas. En Madrid, un grupo de manifestantes se unió a la lucha con el mensaje: «El Gobierno de Canarias es una inmobiliaria», destacando la percepción de que las decisiones políticas están más alineadas con intereses inmobiliarios que con el bienestar de la población.
Las movilizaciones del 18 de mayo son un claro reflejo de la creciente insatisfacción de los canarios con el modelo turístico actual. La lucha por un cambio en este modelo no solo es una cuestión económica, sino también una defensa del patrimonio natural y cultural de las islas. La comunidad canaria se ha unido en un grito colectivo que busca ser escuchado, y que exige un futuro más sostenible para su hogar.