La frase «Lo lograremos» pronunciada por Angela Merkel en 2015 se ha convertido en un símbolo de la política migratoria alemana. En aquel momento, Merkel se refería a la decisión de Alemania de abrir sus fronteras a los refugiados, principalmente sirios, que huían de la guerra y la persecución. Diez años después, esa decisión sigue generando controversia y debate en el país, especialmente en un contexto donde la ultraderecha ha ganado terreno político.
### La Decisión de 2015: Un Giro en la Política Migratoria
El 31 de agosto de 2015, Merkel se dirigió a la prensa con un mensaje de esperanza y determinación. Pocos días después, el 4 de septiembre, Alemania tomó la decisión de permitir la entrada de miles de refugiados que se encontraban atrapados en Hungría. Este acto fue visto como un giro radical en la política migratoria de Alemania, que hasta ese momento había sido más restrictiva. En 2015, Alemania recibió más de un millón de solicitudes de asilo, una cifra récord que transformó el panorama social y político del país.
Merkel defendió su decisión, argumentando que era un acto de humanidad y dignidad. Sin embargo, su postura no estuvo exenta de críticas. Friedrich Merz, el actual canciller y líder del bloque conservador, ha señalado que el gobierno de Merkel sobreestimó la capacidad logística y social del país para acoger a tantos refugiados. A pesar de las críticas, Merkel se mantuvo firme en su convicción de que hacer lo correcto no debería ser motivo de arrepentimiento.
La llegada masiva de refugiados también trajo consigo un cambio en la percepción pública. Alemania, que había sido vista como un país frío y distante, se transformó en un símbolo de acogida generosa. Miles de voluntarios se movilizaron para ayudar a los recién llegados, y la «Willkommenkultur» (cultura de la bienvenida) se convirtió en un lema popular. Sin embargo, este optimismo se vio empañado por incidentes de violencia y agresiones que comenzaron a surgir en el contexto de la crisis migratoria.
### La Respuesta de la Sociedad y el Auge de la Xenofobia
A medida que avanzaba el año 2015, la situación comenzó a complicarse. La cultura de la bienvenida se enfrentó a desafíos logísticos y sociales. Los municipios se vieron desbordados por la llegada de refugiados y comenzaron a exigir más recursos para poder gestionar la situación. En este contexto, la noche de Fin de Año de 2015 se convirtió en un punto de inflexión. En Colonia, cientos de mujeres denunciaron agresiones sexuales y robos durante las celebraciones, lo que generó un clima de miedo y desconfianza hacia los refugiados.
Este incidente marcó un cambio en la narrativa pública. La xenofobia comenzó a calar en la sociedad alemana, y partidos como la Alternativa para Alemania (AfD) capitalizaron el descontento. Fundada como un partido euroescéptico, la AfD se transformó en una fuerza política xenófoba que logró entrar en el Parlamento en 2017 con un 12,6% de los votos. Desde entonces, ha crecido hasta convertirse en la segunda fuerza política del país, desafiando el dominio de los conservadores de Merz.
La respuesta del gobierno a la creciente oposición también ha cambiado. Mientras que Merkel defendía una política de apertura, Merz ha adoptado una postura más dura hacia los refugiados. Su administración ha implementado medidas para reducir la migración irregular y ha comenzado a aplicar devoluciones en caliente, así como recortes en los subsidios a los refugiados ucranianos. Esta línea dura refleja un cambio significativo en la política migratoria alemana, que ahora se enfoca más en la restricción que en la acogida.
### La Situación Actual: Un Balance de Éxitos y Desafíos
A medida que se cumplen diez años desde la decisión de Merkel, el debate sobre la política migratoria en Alemania sigue siendo intenso. Mientras que algunos argumentan que el país ha logrado integrar a muchos de los refugiados que llegaron en 2015, otros sostienen que la situación es insostenible. Según cifras del gobierno, menos del 50% de los refugiados se ha integrado plenamente en el mercado laboral, aunque otras fuentes sugieren que el porcentaje podría ser más alto.
El impacto de la crisis migratoria de 2015 ha dejado una huella profunda en la sociedad alemana. La polarización política ha aumentado, y la xenofobia se ha normalizado en ciertos sectores. La AfD ha logrado capitalizar el descontento social, y la percepción de los refugiados ha cambiado drásticamente desde la época de la bienvenida.
La política migratoria de Alemania se encuentra en un punto crítico. Con un canciller que adopta una postura más restrictiva y una sociedad dividida, el futuro de la integración de los refugiados y la política migratoria en general sigue siendo incierto. La frase de Merkel, «Lo lograremos», resuena en un contexto donde la esperanza y la realidad a menudo parecen estar en desacuerdo.