Un viaje de celebración se convirtió en una pesadilla para una familia británica en Fuerteventura, donde un hombre de 70 años perdió la vida tras contraer una grave infección por salmonela. Leslie Green, originario de Bolton, Reino Unido, había viajado a la isla junto a su esposa para conmemorar su cumpleaños, pero su experiencia se tornó trágica después de consumir pollo presuntamente poco cocinado en el buffet de un hotel de cuatro estrellas.
Los primeros días de su estancia transcurrieron sin incidentes, disfrutando del clima cálido y las vistas paradisíacas. Sin embargo, el 9 de octubre de 2024, Leslie comenzó a mostrar síntomas de intoxicación alimentaria. A pesar de recibir atención médica inicial en el complejo turístico, su estado no mejoró, lo que llevó a su traslado a un centro de salud y posteriormente a un hospital cercano. A pesar de los esfuerzos médicos, su condición se deterioró rápidamente, sufriendo sepsis, insuficiencia renal y fallo multiorgánico. Finalmente, falleció el 4 de noviembre tras pasar varias semanas en coma inducido.
La esposa de Leslie, Julie Green, también se vio afectada por la misma comida, contrayendo salmonela y requiriendo una semana de hospitalización justo en el día de su cumpleaños. Durante una audiencia judicial posterior, Julie expresó su indignación por las condiciones de higiene en el hotel, señalando que los platos servidos, como una salsa carbonara, estaban apenas templados y que el personal no seguía las medidas básicas de seguridad alimentaria, como lavarse las manos con regularidad. Su testimonio fue desgarrador, describiendo el vacío que dejó la pérdida de su esposo, a quien consideraba su mejor amigo y el alma de su familia.
La investigación forense confirmó que la causa de la muerte de Leslie fue una infección grave por salmonela, atribuida a la ingesta de pollo mal cocinado. Las pruebas clínicas y la autopsia reforzaron las sospechas de la familia sobre las condiciones de manipulación de alimentos en el hotel. La representación legal de la familia subrayó que la evidencia presentada en el proceso confirma la negligencia alimentaria en el establecimiento, enfatizando los riesgos reales de no cumplir con los protocolos de seguridad alimentaria.
Este trágico suceso ha generado un llamado a la acción para mejorar los controles de calidad en los hoteles turísticos y proteger a otros visitantes. La familia Green espera que su experiencia sirva como advertencia para prevenir tragedias similares en el futuro. Julie, visiblemente afectada, declaró: “Hablar de esto es doloroso, pero necesario. Nadie debería pasar por lo que nosotros hemos vivido”.
La salmonela es una bacteria que puede causar infecciones graves y, en algunos casos, la muerte. Se encuentra comúnmente en alimentos de origen animal, especialmente en carnes poco cocinadas, huevos y productos lácteos. La prevención de infecciones por salmonela implica seguir estrictas normas de higiene y manipulación de alimentos, tanto en el hogar como en establecimientos de comida. La situación en el hotel de Fuerteventura pone de manifiesto la importancia de la seguridad alimentaria en la industria turística, donde la confianza de los consumidores es fundamental.
Los turistas que visitan lugares como Fuerteventura deben ser conscientes de los riesgos asociados con la comida que consumen, especialmente en buffets donde la comida puede estar expuesta a condiciones insalubres. La historia de Leslie y Julie Green es un recordatorio de que la seguridad alimentaria no debe tomarse a la ligera y que los establecimientos deben ser responsables en la preparación y manejo de los alimentos que sirven a sus huéspedes.
A medida que la familia Green busca justicia y respuestas, su historia resuena en la comunidad turística, instando a otros a ser más vigilantes sobre la calidad de los alimentos que consumen. La esperanza es que este trágico evento impulse cambios significativos en las regulaciones de seguridad alimentaria en hoteles y restaurantes, garantizando que otros turistas no tengan que enfrentar una experiencia similar. La industria del turismo debe aprender de este doloroso incidente y trabajar hacia un futuro donde la seguridad y el bienestar de los visitantes sean la máxima prioridad.