El conflicto en Gaza ha sido un tema candente en la política internacional, especialmente en el contexto de las relaciones entre Estados Unidos e Israel. Recientemente, se han hecho públicas declaraciones de Jared Kushner, yerno de Donald Trump y mediador en el conflicto, que ofrecen una visión intrigante sobre cómo el expresidente estadounidense percibía la situación en Israel durante un momento crítico. Según Kushner, Trump sentía que Israel estaba «fuera de control» tras el bombardeo a negociadores de Hamás en Catar en septiembre de 2025. Esta acción, que tuvo lugar en un contexto de negociaciones delicadas, fue vista por Trump como un paso que podría perjudicar los intereses a largo plazo de Israel.
La tensión entre los líderes se intensificó después de que Israel bombardeó a la delegación de Hamás en Doha, un ataque que, aunque no causó bajas, generó una ola de indignación en el mundo árabe. Este bombardeo fue un punto de inflexión en las negociaciones de paz, ya que los cataríes, quienes eran considerados clave en el proceso, perdieron la confianza en el gobierno israelí. Steve Witkoff, enviado especial de Trump para Oriente Medio, expresó su descontento al no haber sido informado del ataque con antelación, sintiéndose «traicionado» por Netanyahu. Esta falta de comunicación y la decisión de Israel de llevar a cabo el bombardeo complicaron aún más las relaciones entre los actores involucrados en el conflicto.
### La Estrategia de Paz de Trump
A pesar de las tensiones, el equipo de Trump no se dio por vencido. Tras el bombardeo, Kushner y Witkoff trabajaron en un plan de 20 puntos para la paz en Gaza, que finalmente fue aceptado tanto por Israel como por Hamás. Este plan marcó un cambio significativo en la dinámica del conflicto, ya que la primera fase del acuerdo entró en vigor el 10 de octubre de 2025, coincidiendo con el fin de la ofensiva israelí en Gaza y la liberación de 20 rehenes que estaban en manos de Hamás. La presión de Trump sobre Netanyahu fue crucial en este proceso, ya que durante una reunión en la Casa Blanca, el presidente estadounidense instó al primer ministro israelí a disculparse con Catar por el ataque.
La estrategia de Trump se centró en la idea de que una paz duradera en la región requería la colaboración de todos los actores involucrados, incluidos los países árabes. Sin embargo, el bombardeo a la delegación de Hamás en Doha complicó esta visión, ya que generó desconfianza y tensiones adicionales. La situación se tornó aún más compleja cuando se consideraron las repercusiones de la acción militar en el panorama político de Oriente Medio.
### Reacciones Internacionales y Consecuencias
El ataque a la delegación de Hamás no solo tuvo un impacto inmediato en las negociaciones de paz, sino que también provocó reacciones en cadena en el ámbito internacional. La indignación en el mundo árabe fue palpable, y muchos líderes de la región expresaron su preocupación por la escalada de la violencia y la falta de un enfoque diplomático. La situación se volvió un tema de debate en foros internacionales, donde se cuestionó la efectividad de las políticas de Estados Unidos en la región y su papel como mediador.
A medida que las tensiones aumentaban, la comunidad internacional comenzó a presionar a ambos lados para que se comprometieran a un diálogo constructivo. Sin embargo, la falta de confianza entre las partes complicó aún más la situación. La percepción de que Israel actuaba de manera unilateral y sin considerar las implicaciones de sus acciones llevó a un aumento de las críticas hacia el gobierno israelí, tanto a nivel regional como global.
Las declaraciones de Kushner y Witkoff han puesto de relieve la complejidad de las relaciones entre Estados Unidos e Israel, así como la dificultad de alcanzar una paz duradera en Gaza. A medida que se desarrollan los acontecimientos, será fundamental observar cómo estas dinámicas influyen en el futuro del conflicto y en las relaciones internacionales en la región. La historia reciente demuestra que, aunque se logren acuerdos temporales, la paz en Oriente Medio sigue siendo un objetivo esquivo, marcado por la desconfianza y la falta de comunicación entre los actores clave.