La reciente filtración de mensajes entre los principales actores de una trama de corrupción en Canarias ha dejado al descubierto un lado oscuro de la política local. En medio de la crisis sanitaria provocada por la pandemia, un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha revelado conversaciones entre Koldo García, exasesor del Ministerio de Fomento, y Ángel Víctor Torres, actual ministro de Política Territorial y expresidente canario. Estos mensajes, que incluyen un lenguaje vulgar y referencias sexuales, han puesto en tela de juicio la ética y la moral de quienes estaban al mando durante la gestión de la crisis de la COVID-19.
Las conversaciones, que se produjeron en un contexto de negociaciones para la compra de mascarillas, muestran un tono de confianza y familiaridad entre los implicados, lo que sugiere una relación más allá de lo profesional. García, quien se encontraba en una posición de influencia, utilizó su cercanía con Torres para presionar a otros funcionarios a que desbloquearan pagos pendientes a la empresa Soluciones de Gestión, vinculada a la trama. La informalidad y el lenguaje soez de los mensajes han generado un escándalo que ha sacudido la política canaria, revelando no solo la corrupción, sino también un desprecio por las normas de conducta esperadas en el servicio público.
### Conversaciones Reveladoras: Un Vistazo a la Corrupción
El informe de la UCO destaca cómo los mensajes intercambiados entre García y Torres no solo reflejan un comportamiento poco profesional, sino que también evidencian la manipulación de procesos administrativos en beneficio de intereses particulares. En uno de los mensajes, García expresa su frustración por la falta de acción en relación a los pagos, utilizando un lenguaje que mezcla la súplica con insinuaciones groseras: «Por favor arréglalo que me están volviendo loco estos tíos. Te juro que te lo agradeceré en carne». Este tipo de comunicación, que podría considerarse inaceptable en cualquier ámbito, se convierte en un reflejo de la cultura de impunidad que parece haber prevalecido en la gestión de la crisis sanitaria.
Además, las conversaciones revelan la presión ejercida por García sobre Torres para que este intercediera en favor de Soluciones de Gestión. En un mensaje, Torres se muestra visiblemente frustrado con la directora general de Recursos Económicos del Gobierno de Canarias, utilizando un lenguaje que denota su enojo: «Déjame el día de hoy que me voy a cagar en todos los santos con la responsable económica». Esta falta de respeto hacia otros funcionarios pone de manifiesto un ambiente de trabajo tóxico y una falta de profesionalismo que debería ser inaceptable en cualquier administración pública.
### La Celebración de la Corrupción: Un Lenguaje Inapropiado
La culminación de estas conversaciones se produce cuando finalmente se logran desbloquear los pagos a Soluciones de Gestión. En un mensaje que refleja una celebración poco convencional, Torres le dice a García: «Abre el vino». Este tipo de comunicación, que trivializa la gravedad de la situación, es alarmante y sugiere que la corrupción se ha normalizado en el entorno político canario. La celebración de un acto que debería ser motivo de vergüenza pone de relieve la desconexión entre los políticos y la realidad que enfrentan los ciudadanos.
Los mensajes también incluyen referencias sexuales que son inaceptables en cualquier contexto, especialmente en el ámbito político. García, en un intento de mantener la informalidad, envía mensajes que no solo son groseros, sino que también cruzan la línea de lo profesional. En un intercambio, García escribe: «Me dejo violar», lo que no solo es una falta de respeto hacia sí mismo, sino también hacia aquellos que están involucrados en la gestión pública. Este tipo de lenguaje no solo es inapropiado, sino que también refleja una cultura de misoginia y desdén hacia las normas de conducta que deberían regir en el servicio público.
La UCO ha señalado que, además de los delitos de malversación de fondos públicos y tráfico de influencias, el lenguaje utilizado en estas conversaciones es un indicativo de una cultura de corrupción que ha permeado en la política canaria. La falta de respeto hacia las normas ortográficas y la informalidad en la comunicación son síntomas de un problema más profundo que afecta la confianza de los ciudadanos en sus representantes.
La revelación de estos mensajes ha generado un debate sobre la ética en la política y la necesidad de una mayor transparencia en la gestión pública. La corrupción no solo socava la confianza en las instituciones, sino que también tiene un impacto directo en la vida de los ciudadanos, especialmente en momentos de crisis como el que se vivió durante la pandemia. La sociedad canaria merece líderes que actúen con integridad y que respeten las normas que rigen el servicio público, y no aquellos que se comportan como si estuvieran por encima de la ley.
