Las proyecciones económicas para España han tomado un giro optimista, según las últimas estimaciones de la Comisión Europea. En un contexto de incertidumbre global, se espera que la economía española crezca un 2,6% en 2025, consolidándose como la economía más dinámica de la Eurozona. Este crecimiento se alinea con las previsiones del Gobierno español, que también anticipa un avance robusto del Producto Interior Bruto (PIB) para este año. Sin embargo, las expectativas para 2026 son más moderadas, con un incremento proyectado del 2%, lo que representa una ligera disminución en comparación con las estimaciones anteriores.
La demanda interna se perfila como el motor principal del crecimiento económico en España. A pesar de los desafíos que enfrenta la economía global, la fortaleza del consumo doméstico y la inversión son factores clave que sostienen esta tendencia positiva. En contraste, la Comisión Europea ha revisado a la baja sus previsiones para la economía de la Unión Europea (UE) y la Eurozona, anticipando un crecimiento del 1,1% y 0,9% respectivamente para este año. Estas cifras reflejan un ajuste en las expectativas debido a la incertidumbre económica provocada por factores externos, como las tensiones comerciales con Estados Unidos.
En cuanto a la inflación, se espera que en España se reduzca hasta el 1,9% para 2026, lo que podría contribuir a un entorno económico más estable. Además, el déficit público se proyecta que caerá al 2,8% del PIB este año y al 2,5% en 2026, gracias a la eliminación de las medidas de apoyo energético y las ayudas temporales implementadas tras la devastación causada por fenómenos climáticos en Valencia. La Comisión Europea también ha señalado que el ratio de deuda pública se estabilizará en torno al 100,9% este año, lo que es un indicativo de una gestión fiscal más sólida.
El Gobierno español ha acogido con satisfacción estas previsiones, destacando que, a pesar de un entorno económico incierto, España se posiciona como líder en crecimiento entre las principales economías europeas. Se estima que el aumento del PIB español será casi tres veces superior al de la Eurozona, lo que subraya la resiliencia de la economía nacional. Además, se han mejorado las expectativas de empleo, lo que podría llevar la tasa de desempleo por debajo del 10% por primera vez desde 2007.
Sin embargo, existen riesgos que podrían afectar el crecimiento de la economía española. Uno de los principales es la posibilidad de que la Eurozona y los socios comerciales más cercanos de España, especialmente aquellos con alta exposición al mercado estadounidense, enfrenten una desaceleración más pronunciada de lo anticipado. Esto podría tener repercusiones negativas en el acceso a mercados de exportación y mantener la tasa de ahorro de los hogares por encima de su media histórica.
A nivel europeo, la Comisión ha observado que la economía comenzó el año con un impulso mayor al esperado, y se prevé que continúe creciendo a un ritmo modesto durante 2025, antes de experimentar un repunte en 2026. A pesar de las tensiones comerciales con Estados Unidos, las proyecciones para las grandes economías europeas son variadas. Por ejemplo, se espera que Francia crezca un 0,6% este año y un 1,3% en 2026, mientras que Italia anticipa un crecimiento de solo 0,7% y 0,9% en los próximos dos años. Alemania, por su parte, se encuentra estancada este año con un crecimiento nulo, aunque se prevé que se recupere ligeramente en 2026 con un aumento del 1,1%.
En contraste, Polonia destaca con un crecimiento proyectado del 3,3% y 3% en 2025 y 2026, respectivamente, lo que refleja un dinamismo notable en su economía. Estas diferencias en las proyecciones de crecimiento entre los países de la Eurozona subrayan la diversidad de situaciones económicas que enfrentan los distintos estados miembros.
En resumen, las previsiones económicas para España son alentadoras, con un crecimiento robusto que se espera continúe a pesar de los desafíos globales. La fortaleza de la demanda interna y la mejora en las expectativas de empleo son factores que contribuirán a mantener esta tendencia positiva. Sin embargo, es crucial que el Gobierno y los responsables de políticas económicas se mantengan vigilantes ante los riesgos externos que podrían afectar la estabilidad y el crecimiento a largo plazo de la economía española.