La situación de los menores migrantes no acompañados en Canarias ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente en un contexto donde miles de jóvenes llegan a las islas en busca de un futuro mejor. Sin embargo, la realidad que enfrentan muchos de ellos en los centros de acogida es alarmante. Un testimonio reciente de un joven senegalés, conocido como Boy, ha puesto de manifiesto las condiciones precarias y el trato que reciben en estos lugares, lo que ha generado un debate sobre la eficacia de las políticas de atención a estos menores.
**Condiciones de Vida en los Centros de Acogida**
Boy, un adolescente de 16 años que llegó a Canarias tras un arriesgado viaje en cayuco, ha compartido su experiencia en un centro de acogida en Gran Canaria. Según su relato, las condiciones de vida son inaceptables. A pesar de que se destinaron 89,86 millones de euros en 2025 para el bienestar de los menores migrantes, él asegura que la realidad es muy diferente. «No nos tratan bien. Nos roban nuestro dinero y aplican normas que nadie puede entender. Realmente necesitamos tu ayuda», expresa con desesperación.
El joven denuncia que de los 10 euros que deberían recibir semanalmente, solo perciben entre uno y uno con cincuenta. Esta situación no solo afecta su bienestar económico, sino que también limita su libertad y oportunidades de desarrollo. Boy menciona que el centro no organiza actividades educativas ni deportivas, y que su tiempo de ocio se reduce a los fines de semana. Esto crea un ambiente de desesperanza y frustración entre los jóvenes que buscan una vida mejor.
Además, Boy señala que en el centro hay alrededor de 60 personas, y no todas son menores, lo que plantea serias dudas sobre la legalidad de la convivencia. La falta de actividades y la escasez de recursos han llevado a muchos a sentirse atrapados en un entorno claustrofóbico, donde la falta de oportunidades se convierte en una constante.
**Sanciones y Abusos de Poder**
Uno de los aspectos más preocupantes que Boy menciona son las sanciones arbitrarias que se imponen en el centro. Las medidas disciplinarias incluyen tareas como limpiar el patio o comer en turnos separados, lo que puede resultar en aislamiento o privación de alimentos. Estas sanciones, según Boy, no están justificadas y reflejan un abuso de poder por parte del personal del centro. «Si no me caes bien, te provoco, y si reaccionas, te pongo una sanción de un mes o más», relata, evidenciando un sistema que parece más centrado en el control que en el bienestar de los jóvenes.
Aunque Boy reconoce que rara vez se producen episodios de violencia física, sí ha sido víctima de un altercado que requirió atención médica. Este tipo de situaciones pone de relieve la falta de un ambiente seguro y de confianza en el que los menores puedan desarrollarse adecuadamente. La desesperación de Boy se ve agravada por la sensación de que no tiene a quién acudir para pedir ayuda. «Así son las normas», es la respuesta que ha recibido al intentar expresar sus preocupaciones.
La denuncia de Boy no es un caso aislado. Otros menores migrantes han compartido experiencias similares, lo que ha llevado a que algunos casos lleguen a los juzgados. Entidades como Quórum 77 han sido acusadas de maltrato, mientras que otras organizaciones han enfrentado denuncias por explotación laboral y malversación de fondos públicos destinados a estos jóvenes.
**Un Futuro Incierto**
Boy, que dejó su hogar en Senegal en busca de oportunidades, se siente atrapado en un ciclo de desesperanza. A pesar de haber aprendido a pescar y haber trabajado en su país natal, ahora se enfrenta a un futuro incierto en un lugar donde no se siente valorado. Su deseo de continuar su educación a través de la formación profesional se ve frustrado por las condiciones en las que vive. «No he vivido un día normal», lamenta, reflejando la angustia que sienten muchos de sus compañeros.
La situación de los menores migrantes en Canarias es un tema que requiere atención urgente. Las historias como la de Boy son un llamado a la acción para mejorar las condiciones de vida y atención en los centros de acogida. La falta de recursos, la imposición de sanciones arbitrarias y el abuso de poder son problemas que deben ser abordados para garantizar un futuro digno a estos jóvenes que han arriesgado tanto en busca de una vida mejor.