La historia de la vestimenta humana ha estado marcada por la evolución de los materiales utilizados a lo largo de los siglos. Uno de los hitos más significativos en esta evolución fue la adopción de la lana, que no solo ofreció abrigo a nuestros ancestros, sino que también creó un entorno propicio para la proliferación de patógenos. Un reciente estudio ha revelado que la bacteria Borrelia recurrentis, causante de la fiebre recurrente transmitida por piojos, pudo haber aumentado su virulencia y propagación entre los humanos hace aproximadamente 5.000 años, coincidiendo con la popularización de la vestimenta de lana. Este hallazgo, liderado por investigadores del University College London y el Instituto Crick de Londres, proporciona una nueva perspectiva sobre cómo los cambios culturales y de estilo de vida pueden influir en la evolución de enfermedades infecciosas.
### La relación entre la vestimenta de lana y la propagación de enfermedades
La Borrelia recurrentis es una bacteria espiralada que actualmente se encuentra principalmente en regiones de África como Etiopía, Somalia y Sudán, donde prospera en condiciones de hacinamiento y crisis humanitarias. Sin embargo, registros históricos de la Grecia clásica y la Europa medieval indican que la fiebre recurrente, caracterizada por episodios de fiebre alta, pudo haber sido mucho más prevalente en el pasado. Sin tratamiento, esta enfermedad puede ser fatal en un 10-40% de los casos.
El estudio, publicado en una prestigiosa revista científica, analizó genomas antiguos de la bacteria y determinó que B. recurrentis se separó de su pariente más cercano, Borrelia duttonii, hace entre 4.000 y 6.000 años. Este periodo es crucial, ya que coincide con el inicio de la domesticación de ovejas en Oriente Medio y la adopción de textiles de lana en Eurasia. Los investigadores, Pooja Swali y Pontus Skoglund, junto con la genetista evolutiva Lucy van Dorp, explican que las prendas de lana proporcionan un ambiente ideal para los huevos de los piojos del cuerpo, que son los vectores que transmiten la bacteria entre los humanos. Este cambio en el vector de transmisión, de garrapatas a piojos, representa un momento crítico en la historia evolutiva del patógeno.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo examinó una vasta colección de genomas humanos antiguos de Gran Bretaña en busca de patógenos. Identificaron cuatro infecciones por B. recurrentis que datan de hace entre 2.300 y 600 años, recuperando ADN bacteriano de huesos y dientes. La secuenciación de estas cepas británicas y su comparación con un genoma antiguo de Noruega, así como con parientes modernos, permitió establecer la cronología de su divergencia y adaptación.
### Implicaciones de la evolución de la Borrelia recurrentis
El análisis genómico reveló que, a medida que B. recurrentis se adaptaba al piojo humano y a su nuevo huésped, experimentó una «decadencia del genoma», perdiendo genes que ya no eran necesarios para su supervivencia en este nuevo nicho. Este proceso de especialización también implicó la ganancia y pérdida de proteínas de superficie que ayudan a la bacteria a evadir el sistema inmunitario del huésped. Sorprendentemente, la evolución de B. recurrentis fue dinámica hasta hace unos 1.000 años, momento a partir del cual su genoma se asemeja mucho al de las cepas actuales.
Este descubrimiento no solo redefine la historia de la fiebre recurrente, sino que también desafía algunas ideas preconcebidas sobre la aparición de enfermedades. Tradicionalmente, se pensaba que muchas enfermedades infecciosas que saltaron de animales a humanos lo hicieron con el origen de la agricultura, hace unos 11.000 años. Sin embargo, este estudio, junto con otras investigaciones recientes, sugiere que la Edad del Bronce, hace unos 5.000 años, fue un periodo crítico para el auge de varias enfermedades, incluyendo la fiebre recurrente, la lepra y la peste. Esta era se caracterizó no solo por el uso de herramientas de metal y la vestimenta de lana, sino también por un aumento en la densidad de población y un contacto más estrecho con animales domesticados y sus productos secundarios.
Pontus Skoglund, co-líder del estudio, destaca cómo elementos que no se considerarían tradicionalmente como factores de riesgo para nuevas enfermedades, como la tecnología de la vestimenta, pueden crear oportunidades para su emergencia. Este es un claro ejemplo de cómo los patógenos y los humanos han coevolucionado, y cómo los cambios en las sociedades humanas pueden permitir que los patógenos salten vectores y se vuelvan más letales. Además, los hallazgos contradicen la percepción popular de que los patógenos siempre evolucionan para volverse más leves con el tiempo. En este caso, la adaptación de B. recurrentis al piojo humano parece haberla convertido en una amenaza más severa.
Comprender cómo patógenos como B. recurrentis se volvieron más virulentos en el pasado puede ofrecer pistas valiosas sobre cómo las enfermedades podrían cambiar y evolucionar en el futuro, especialmente en un mundo donde los cambios ambientales y sociales continúan creando nuevas dinámicas en la interacción entre humanos y microbios.