El 17 de septiembre de 2024, el Líbano fue testigo de un ataque devastador que dejó una huella imborrable en su historia reciente. Aquel día, miles de dispositivos electrónicos, conocidos como buscapersonas, emitieron un sonido ensordecedor antes de explotar simultáneamente, causando la muerte de una docena de personas, incluidos niños. Este ataque, seguido por otro al día siguiente, marcó el inicio de una escalada de violencia que transformaría radicalmente la dinámica del país y de la milicia chií Hizbulá.
### La Escalada de la Violencia y sus Consecuencias
Desde el inicio de la ofensiva israelí, Hizbulá ha enfrentado pérdidas sin precedentes. La situación se intensificó tras el ataque de Hamás el 8 de octubre de 2023, cuando Hizbulá comenzó a lanzar proyectiles hacia Israel en un acto de solidaridad con los palestinos. Sin embargo, el ataque de los buscapersonas fue un punto de inflexión. Israel, utilizando tecnología avanzada, logró infiltrarse en las comunicaciones de Hizbulá, lo que llevó a una serie de bombardeos que resultaron en la muerte de más de 500 personas en un solo día, convirtiéndose en el día más mortífero en décadas de conflicto.
La respuesta de Hizbulá fue rápida, pero devastadora. En cuestión de semanas, la cúpula militar y política de la organización fue eliminada, incluyendo a su líder, Hasán Nasrala, y su sucesor, Hashim Safi Al Din. Este debilitamiento estructural ha llevado a Hizbulá a replantearse su futuro como organización, según analistas como David Wood del International Crisis Group. La pérdida de liderazgo y la destrucción de su arsenal militar han dejado a la milicia en una posición vulnerable, obligándola a reconsiderar su papel en el Líbano y en la región.
### La Resistencia y el Poder Doméstico de Hizbulá
A pesar de las pérdidas sufridas, Hizbulá sigue siendo una de las facciones más poderosas en el Líbano. Con aproximadamente el 10% de los escaños parlamentarios y varios puestos ministeriales, la organización mantiene un control significativo sobre la política libanesa. Además, Hizbulá ha establecido un aparato de seguridad robusto y ofrece servicios esenciales en áreas como la salud, la educación y la asistencia social, especialmente en el sur y este del país.
En un contexto de crisis económica nacional, donde las instituciones del Estado han fallado en proporcionar servicios básicos, Hizbulá ha logrado ganar el apoyo de la población chií. Sin embargo, este apoyo podría verse amenazado si la organización no logra adaptarse a la nueva realidad post-conflicto. Wood sugiere que Hizbulá podría necesitar enfocarse más en los asuntos internos del Líbano y menos en su papel como actor regional, lo que implicaría un cambio significativo en su estrategia.
La resistencia contra Israel, que fue la razón de ser de Hizbulá durante su creación en la década de 1980, se enfrenta a nuevos desafíos. La caída del régimen de Bashar al Asad en Siria y el acorralamiento de Irán han complicado las cadenas de suministro de armas y recursos que antes fluían hacia Hizbulá. Esto ha llevado a la organización a una encrucijada: ¿debería continuar su lucha contra Israel o centrarse en la reconstrucción de su base en el Líbano?
El ataque de los buscapersonas no solo dejó un saldo trágico de muertes y destrucción, sino que también ha marcado un cambio en la percepción de Hizbulá tanto a nivel local como internacional. La organización, que alguna vez fue vista como un símbolo de resistencia, ahora enfrenta críticas y cuestionamientos sobre su capacidad para proteger a su población y mantener su relevancia en un Líbano en crisis.
### Reflexiones sobre el Futuro de Hizbulá y el Líbano
El futuro de Hizbulá y del Líbano es incierto. La organización debe navegar por un paisaje político y social complicado, donde la presión interna y externa se intensifica. La ocupación israelí de partes del sur del Líbano y los continuos ataques han debilitado la posición del Estado libanés, lo que a su vez fortalece la narrativa de Hizbulá como un defensor del país.
Sin embargo, la realidad es que Hizbulá no puede seguir operando como lo hacía antes del ataque de los buscapersonas. La necesidad de adaptarse a un nuevo contexto es imperativa. La organización debe encontrar un equilibrio entre su papel como resistencia y su responsabilidad hacia la población libanesa, que ha sufrido enormemente a causa de la guerra.
Las heridas dejadas por el ataque de los buscapersonas son profundas y visibles. Los supervivientes, muchos de los cuales llevan cicatrices físicas y emocionales, son un recordatorio constante de la brutalidad del conflicto. A medida que el Líbano intenta reconstruirse, tanto Hizbulá como el Estado deben reflexionar sobre su futuro y el camino que desean seguir en un entorno cada vez más complejo y desafiante.