La historia de Ronan, el león marino de California, ha capturado la atención del público y de la comunidad científica desde su primera aparición en 2013. Este animal, que ha sido entrenado en la Universidad de California, Santa Cruz, ha demostrado poseer una habilidad sorprendente: la capacidad de mover su cabeza al ritmo de la música. Un nuevo estudio ha revelado que su precisión rítmica es comparable, e incluso superior, a la de los humanos, lo que plantea preguntas fascinantes sobre la cognición y musicalidad en el reino animal.
Ronan fue rescatada cuando era muy joven y ha vivido en el Long Marine Laboratory desde los tres años. Bajo la dirección del neurocientífico Peter Cook, comenzó un entrenamiento que inicialmente parecía sencillo: seguir un ritmo marcado por sonidos repetitivos. Sin embargo, lo que comenzó como un experimento simple se transformó en un descubrimiento revolucionario. Ronan no solo podía seguir ritmos básicos, sino que también era capaz de adaptarse a diferentes géneros musicales y tempos, incluso a canciones icónicas como “Boogie Wonderland” de Earth, Wind & Fire. Este hallazgo desafía la creencia de que solo los humanos y algunas aves con habilidades de imitación vocal pueden sincronizarse con la música.
### Un Paradigma Desafiado
Antes de la aparición de Ronan, la comunidad científica sostenía que la capacidad de sentir el ritmo, conocida como “entrenamiento rítmico” o rhythmic entrainment, era exclusiva de los humanos y de ciertas aves. El caso más conocido era el de Snowball, una cacatúa famosa por su habilidad para bailar al ritmo de los Backstreet Boys. La teoría predominante afirmaba que solo los animales capaces de aprender sonidos podían sincronizarse con un ritmo musical. Sin embargo, Ronan, que pertenece a una especie sin destacadas capacidades de imitación vocal, ha desafiado esta noción.
El estudio reciente, publicado en la revista Scientific Reports, ha puesto a prueba la habilidad de Ronan para seguir ritmos de percusión en un entorno de laboratorio. Durante los experimentos, se filmó a Ronan moviendo su cabeza al compás de tres tempos diferentes: 112, 120 y 128 pulsaciones por minuto. Lo notable es que Ronan nunca había estado expuesta a dos de esos ritmos, lo que permitió a los investigadores evaluar su capacidad para reconocer y adaptarse a nuevos patrones rítmicos. Los resultados fueron sorprendentes: Ronan mostró una consistencia y precisión que superó a la de diez estudiantes universitarios que participaron en el mismo experimento.
### La Ciencia Detrás del Ritmo
El entrenamiento de Ronan fue un proceso meticuloso. Inicialmente, aprendió a mover la cabeza al compás de pulsos simples. Una vez que dominó esta fase, los investigadores le presentaron una variedad de músicas de diferentes géneros y velocidades. A medida que avanzaba en su entrenamiento, Ronan no solo mantuvo el ritmo, sino que lo hizo con una precisión que rivalizaba con la de los humanos adultos. En pruebas recientes, su margen de error fue de apenas 15 milisegundos respecto al pulso musical, lo que sugiere que los mecanismos neuronales que permiten la sincronización rítmica podrían ser más comunes en el reino animal de lo que se pensaba.
Este descubrimiento abre la puerta a nuevas investigaciones sobre la musicalidad en otros mamíferos marinos y especies más distantes evolutivamente. La posibilidad de que otros animales, como los perros, puedan tener habilidades rítmicas ocultas plantea preguntas intrigantes sobre la cognición animal y la evolución de la musicalidad. Quizás, si se les diera la oportunidad de ser entrenados, podrían sorprendernos con sus propias habilidades rítmicas.
Ronan no solo ha desafiado las expectativas sobre la musicalidad en los animales, sino que también ha inspirado a científicos y amantes de la naturaleza por igual. Su historia es un recordatorio de que la inteligencia y la capacidad de adaptación no son exclusivas de los humanos, y que el mundo animal tiene mucho que enseñarnos sobre la música y el ritmo. A medida que la investigación avanza, es probable que sigamos descubriendo más sobre las sorprendentes capacidades de los animales y su relación con la música, lo que podría cambiar nuestra comprensión de la cognición animal para siempre.