El Gobierno español ha decidido implementar un nuevo plan para abordar la alta temporalidad en la Administración Pública, que actualmente se sitúa en un preocupante 30%. Esta cifra contrasta notablemente con el 8% que se había prometido alcanzar. La iniciativa, presentada por el ministro para la Transformación Digital y de Función Pública, Óscar López, busca limitar el tiempo que un interino puede ocupar un puesto a un máximo de dos años. Esta medida tiene como objetivo frenar el encadenamiento de contratos temporales y asegurar una mayor estabilidad en el empleo público.
### Cambios Propuestos en la Normativa
El plan incluye modificaciones significativas en el Texto Refundido del Estatuto Básico del Empleado Público (TREBEP), que regula los derechos y deberes de los empleados públicos en España. Entre los cambios más destacados se encuentra la reducción del tiempo máximo que un interino puede ocupar una vacante, que pasará de tres a dos años. Una vez transcurrido este plazo, la plaza solo podrá ser ocupada por un funcionario de carrera, eliminando así la posibilidad de que el mismo interino continúe en el puesto si queda desierto.
Además, se prohíbe el encadenamiento de contratos, estableciendo que un interino no podrá ser nombrado nuevamente en la misma Administración si ha superado el límite de dos años, a menos que hayan pasado seis meses desde su último nombramiento. Esta medida busca garantizar que las vacantes sean cubiertas a través de ofertas de empleo público, promoviendo así la estabilidad laboral y la reducción de la temporalidad.
Sin embargo, estas propuestas han generado un fuerte rechazo entre los sindicatos, que consideran que las medidas son insuficientes y podrían perjudicar la continuidad de los servicios públicos. Los representantes de los trabajadores han denunciado la falta de diálogo en la elaboración de estas medidas, afirmando que no se ha tenido en cuenta su opinión ni la de las comunidades autónomas en el proceso.
### Reacciones de los Sindicatos y Consecuencias Potenciales
Los sindicatos han expresado su preocupación por las nuevas regulaciones, señalando que podrían resultar en un «perjuicio gravísimo» para la estabilidad del empleo público. Comisiones Obreras y CSIF han calificado estas medidas de «parches» que no abordan la problemática de fondo. Además, han recordado que la tasa de reposición, que limita la contratación de nuevos funcionarios, sigue sin ser eliminada, lo que podría generar un cuello de botella en la sustitución de empleados que se jubilan.
La Secretaría de Estado de Función Pública ha indicado que estas medidas son necesarias para cumplir con los compromisos adquiridos con la Unión Europea, que ha abierto procedimientos de infracción por el incumplimiento de las normativas sobre temporalidad. La congelación de 626 millones de euros de fondos europeos debido a este incumplimiento ha puesto presión sobre el Gobierno para que actúe de manera efectiva.
Además de las limitaciones en el tiempo de los interinos, el nuevo plan también contempla un régimen sancionador más estricto. Se introducirá una indemnización automática de 20 días por año trabajado para aquellos interinos cuyo nombramiento supere los límites establecidos o que se declare en fraude de ley. También se prevén multas para los altos cargos que no cumplan con estas nuevas obligaciones, lo que podría incluir infracciones leves, graves y muy graves.
Los sindicatos han advertido que, si sus demandas no son atendidas, podrían reanudar las movilizaciones que comenzaron en julio. La falta de respuesta a sus reivindicaciones, que incluyen la reducción de la temporalidad, la mejora de las condiciones laborales y la actualización de los salarios, ha llevado a un clima de tensión en el sector público. La inflación, que ha afectado el poder adquisitivo de los empleados públicos, ha sido un factor adicional que ha intensificado las protestas.
En este contexto, el Gobierno se enfrenta a un desafío considerable para equilibrar las exigencias de la Unión Europea con las necesidades y derechos de los trabajadores públicos. La implementación de estas medidas podría tener un impacto significativo en la estructura del empleo público en España, y es crucial que se maneje con cuidado para evitar descontento y movilizaciones masivas entre los empleados públicos. La falta de diálogo y la percepción de imposiciones unilaterales podrían complicar aún más la situación, haciendo necesario un enfoque más colaborativo en la búsqueda de soluciones efectivas para la temporalidad en la Administración Pública.