Antonio Tejero, un nombre que resuena en la historia contemporánea de España, fue el protagonista de uno de los episodios más oscuros de la democracia española: el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Nacido el 30 de abril de 1932 en Alhaurín el Grande, Málaga, Tejero se unió a la Guardia Civil a la temprana edad de diecinueve años. Su carrera militar estuvo marcada por una serie de ascensos y controversias que culminarían en su infame papel en el asalto al Congreso de los Diputados.
La irrupción de Tejero en el Congreso, armado y gritando «¡Quieto todo el mundo!», se convirtió en un símbolo de la resistencia al cambio democrático en España. En ese momento, se celebraba la segunda sesión de votación para la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. Tejero, junto a un grupo de aproximadamente 200 guardias civiles, tomó el hemiciclo en un intento por derrocar al gobierno y restaurar un régimen autoritario. Este acto de rebelión militar no solo fue un ataque a la democracia, sino que también dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país.
El contexto en el que se desarrolló el golpe de Estado fue complejo. España estaba en un proceso de transición hacia la democracia tras décadas de dictadura franquista. La incertidumbre política y social era palpable, y muchos sectores del ejército y la Guardia Civil se oponían a las reformas democráticas. Tejero, quien había sido un militar de carrera con un historial de incidentes, fue elegido por sus superiores para liderar esta acción. Su carrera previa estuvo marcada por episodios de desobediencia y arrestos, lo que reflejaba su carácter rebelde y su resistencia a aceptar los cambios que se estaban produciendo en el país.
A pesar de su intento de golpe, la respuesta del gobierno y de la sociedad fue contundente. La lealtad de las fuerzas armadas y la policía al gobierno democrático, así como la movilización de la población, fueron factores decisivos que llevaron al fracaso del golpe. El rey Juan Carlos I, en un acto de firmeza, se dirigió a la nación en un discurso televisado, condenando la acción de Tejero y reafirmando su apoyo a la democracia. Este momento fue crucial para la consolidación del sistema democrático en España, y Tejero fue arrestado poco después del fracaso del golpe.
La justicia no tardó en actuar. En 1983, Tejero fue condenado a 30 años de prisión por rebelión militar. Su tiempo en la cárcel estuvo marcado por la reflexión y la escritura. A pesar de que nunca publicó sus memorias, se sabe que durante su encarcelamiento escribió sobre su vida y sus experiencias, lo que demuestra que, a pesar de su papel en el golpe, había una parte de él que buscaba entender su lugar en la historia.
En 1993, Tejero obtuvo el tercer grado, lo que le permitió salir de prisión bajo ciertas condiciones. Finalmente, en 1996, fue liberado en libertad condicional, convirtiéndose en uno de los últimos procesados por el golpe de Estado en ser liberados. Tras su salida, se retiró a una vida más tranquila en Torre del Mar, donde pasó sus últimos años lejos del foco público, aunque no sin hacer algunas apariciones esporádicas.
Uno de los momentos más destacados de su vida posterior fue en 2012, cuando denunció al expresidente de Cataluña, Artur Mas, por conspiración e intento de sedición. Este acto fue visto como un intento de Tejero por mantenerse relevante en un contexto político que seguía siendo volátil y conflictivo en España.
La figura de Antonio Tejero es compleja y polarizadora. Para algunos, es un símbolo de la resistencia a la democracia y un recordatorio de los peligros del autoritarismo. Para otros, es un personaje trágico que, a pesar de sus acciones, vivió en un tiempo de cambios tumultuosos y confusos. Su legado es un recordatorio de la fragilidad de la democracia y de la importancia de la memoria histórica en la construcción de un futuro más sólido y democrático.
A medida que España continúa enfrentando desafíos políticos y sociales, la historia de Antonio Tejero y el golpe del 23-F siguen siendo relevantes. La memoria de estos eventos es crucial para entender el presente y para asegurar que los errores del pasado no se repitan. La vida de Tejero, marcada por la ambición, la rebelión y la eventual caída, es un capítulo que invita a la reflexión sobre el camino que ha tomado España desde aquellos días oscuros hasta la democracia actual.
