En las Islas Canarias, un creciente número de personas está optando por dejar atrás la vida urbana y el estrés laboral para abrazar una existencia más tranquila en el campo. Este fenómeno, impulsado por la búsqueda de una mayor calidad de vida, ha llevado a muchos a reinventarse profesionalmente, abandonando carreras que no les satisfacen para dedicarse a la agricultura y la ganadería. Aunque el camino no siempre es fácil y las dificultades económicas son comunes, la satisfacción personal que se obtiene de trabajar la tierra y criar animales es inigualable.
**El Cambio de Vida de Pilar Carballo**
Pilar Carballo es un ejemplo claro de esta transformación. Tras 18 años trabajando en el 112 de Canarias, Pilar decidió que era hora de un cambio radical. La presión y el estrés acumulados la llevaron a buscar una vida más conectada con la naturaleza. En el año 2000, adquirió un pequeño terreno en Arafo, Tenerife, inicialmente con la idea de que sus hijos tuvieran un espacio para disfrutar del aire libre y criar gallinas. Sin embargo, lo que comenzó como un pasatiempo familiar se convirtió en un proyecto profesional.
La Finca Ecológica La Jara, que Pilar fundó, comenzó con la producción de huevos ecológicos. Con el tiempo, su pasión por la ganadería la llevó a descubrir la oveja canaria de pelo, una raza en peligro de extinción. Su amor por estos animales la motivó a diversificar su negocio, incluyendo la producción de jabones y esponjas artesanales elaborados con lana de oveja. A pesar de los desafíos, como un ataque de perros que resultó en la pérdida de 14 de sus animales, Pilar sigue adelante con entusiasmo, convencida de que su trabajo no solo es una fuente de ingresos, sino también una forma de vida que le brinda satisfacción personal.
**La Aventura de Rubén Castellano**
Otro caso notable es el de Rubén Castellano, un periodista que decidió combinar su carrera con la vida en el campo. Junto a su pareja, Rubén se aventuró a montar una granja en La Palma, donde cuidan cabras y cultivan higueras y olivos. A pesar de que muchos consideran su decisión como una locura, Rubén ha encontrado en la agricultura un refugio del estrés que le genera su trabajo en los medios. La rutina diaria en la granja le permite desconectar y disfrutar de la satisfacción de trabajar en algo que realmente le apasiona.
Rubén y su pareja sueñan con abrir una quesería, y aunque han enfrentado dificultades como la escasez de cabras debido a la crisis de insumos, su optimismo y determinación son inquebrantables. La combinación de su trabajo en el periodismo y la ganadería le ha permitido encontrar un equilibrio que le resulta gratificante.
**El Despertar de Alberto Arencibia**
Alberto Arencibia, un joven agricultor de 28 años, también se ha sumado a esta tendencia. Después de formarse en robótica y mecatrónica, decidió seguir los pasos de su familia y dedicarse a la agricultura. A pesar de que en su infancia no mostraba interés por el campo, la monotonía de su trabajo en una fábrica lo llevó a buscar un cambio. Hoy, gestiona seis hectáreas de cultivo en Moya y Gáldar, donde cultiva papas, zanahorias y otros productos de temporada.
Alberto ha tenido que enfrentarse a numerosos obstáculos, como la burocracia para acceder a ayudas y el alto costo de la maquinaria. Sin embargo, su pasión por la agricultura y su deseo de ser independiente lo han motivado a seguir adelante. Aunque trabaja largas horas y enfrenta incertidumbres económicas, la satisfacción de ver crecer sus cultivos y aplicar sus conocimientos técnicos en el campo le brinda una motivación constante.
**La Realidad del Trabajo en el Campo**
A pesar de las historias inspiradoras, es importante reconocer que la vida en el campo no es un camino de rosas. Los nuevos emprendedores agrícolas enfrentan desafíos significativos, desde la burocracia hasta la falta de recursos. Muchos de ellos trabajan jornadas extensas, a menudo sin días libres, y deben lidiar con la presión de hacer que sus proyectos sean rentables. Sin embargo, la mayoría de ellos coinciden en que la satisfacción de trabajar para uno mismo y contribuir al sector primario es un aliciente poderoso.
La percepción del campo como un lugar de trabajo duro y poco atractivo para los jóvenes es un obstáculo que muchos deben superar. Sin embargo, iniciativas como las de Pilar, Rubén y Alberto demuestran que es posible encontrar un equilibrio entre la vida laboral y la satisfacción personal en el campo. Con la creciente demanda de productos locales y sostenibles, el sector primario puede convertirse en una opción viable y digna para las nuevas generaciones, cambiando así la narrativa sobre la agricultura y la ganadería en Canarias.