En la tranquila localidad de Cabeza del Buey, situada en la comarca extremeña de La Serena, se lleva a cabo una actividad que, aunque poco común, es fundamental para la cultura pastoril de la región: la afinación de cencerros. Este arte, que parece estar en peligro de extinción, es practicado por Julián Romero, un jubilado que ha dedicado su vida al pastoreo y que ahora se ha convertido en el último afinador de cencerros de la zona. Su taller, ubicado detrás de su casa, se convierte en un escenario donde el sonido metálico de los cencerros resuena, evocando recuerdos de un modo de vida que ha marcado la historia de la comarca.
La afinación de cencerros no es solo un trabajo; es una forma de mantener viva una tradición que ha sido parte integral de la vida pastoral. Julián, quien creció entre ovejas, entiende la importancia de este sonido en la vida de los pastores. «He nacido y me he criado entre ovejas», dice con orgullo, reflejando su profundo amor y respeto por estos animales y por las tradiciones que los rodean. La afinación de cencerros tiene como objetivo lograr un sonido grave, limpio y profundo, que permite a los pastores identificar y localizar a sus ovejas a distancia. Este sonido, que se puede escuchar a lo largo de los llanos de La Serena, es esencial para el trabajo diario de los pastores.
### La Técnica de Afinación: Un Proceso Meticuloso
El proceso de afinación de un cencerro es meticuloso y requiere de un oído experto. Julián utiliza una silla, un pico y un martillo para trabajar en los cencerros. Con paciencia, golpea la base metálica en círculos, ajustando el tono hasta que alcanza la perfección. Su habilidad es tal que ha impresionado a músicos y estudiantes, quienes han podido comprobar cómo, con cada golpe, el sonido se transforma. En una ocasión, un estudiante de arquitectura alemán grabó una de sus sesiones y quedó asombrado al notar que Julián había logrado subir el tono del cencerro solo con los golpes precisos.
Además de la afinación, Julián también se encarga de reemplazar el badajo, que es la lengüeta que produce el sonido, y el collar de piel que sostiene el cencerro. Estos detalles son cruciales para conseguir el sonido deseado. La dedicación de Julián ha llevado a muchos a redescubrir la importancia de esta labor, que es parte del patrimonio cultural de la comarca. La afinación de cencerros no solo es un arte, sino también un símbolo de la identidad de La Serena.
### Rescatando Tradiciones y Cultura
La labor de Julián Romero va más allá de la simple afinación de cencerros. Su trabajo es un esfuerzo por rescatar y mantener vivas las tradiciones pastoriles que han sido parte de la vida en La Serena durante generaciones. Entre estas tradiciones se encuentra la costumbre de «pintar mansos», que implica realizar cortes geométricos en la lana del carnero castrado que guía al rebaño en los pasos difíciles. Este gesto, cargado de simbolismo, es un recordatorio de la conexión profunda entre los pastores y sus animales.
Julián no cobra por afinar cencerros, salvo el coste de las piezas nuevas que pueda necesitar. Lo hace por puro gusto, por la pasión que siente hacia esta tradición que se niega a dejar morir. Su fama ha trascendido los límites de Cabeza del Buey, recibiendo encargos de toda La Serena e incluso de comarcas vecinas como Los Pedroches en Córdoba y Ciudad Real. En su taller, entre el brillo del metal y el eco de los cencerros, Julián se ha convertido en un embajador de un saber ancestral que, a pesar de los cambios en la sociedad, sigue resonando con fuerza.
El arte de afinar cencerros es un ejemplo de cómo las tradiciones pueden perdurar a través de las generaciones, incluso en un mundo que avanza rápidamente hacia la modernidad. La dedicación de Julián Romero no solo preserva un sonido característico de la vida pastoral, sino que también mantiene viva la memoria de un modo de vida que ha sido fundamental para la historia de La Serena. Cada cencerro afinado es un testimonio de la conexión entre el hombre, la naturaleza y la cultura, un eco que resuena en el corazón de quienes han crecido en esta tierra.
La historia de Julián y su arte nos recuerda la importancia de valorar y preservar nuestras tradiciones, no solo como un legado del pasado, sino como una parte esencial de nuestra identidad cultural. En un mundo que a menudo se olvida de sus raíces, la labor de Julián Romero es un faro de esperanza y un recordatorio de que algunas tradiciones, por inusuales que sean, merecen ser celebradas y mantenidas vivas para las futuras generaciones.