La situación en Gaza ha generado un profundo impacto no solo en la región, sino también en la percepción cultural y literaria de Israel. En medio de un conflicto que parece no tener fin, la voz de Uriel Kon, un editor israelí de origen argentino, se alza como un faro de crítica y reflexión. Kon es el responsable de Tesha Neshamot, un sello editorial independiente en Tel-Aviv que se ha convertido en un espacio para la disidencia cultural en un contexto donde la mayoría de las publicaciones ignoran la realidad de Gaza.
**La Desconexión de la Realidad**
Mientras los bombardeos continúan en Gaza, la vida en las ciudades israelíes parece seguir su curso habitual. Los ciudadanos disfrutan de actividades cotidianas como salir a cenar, ir al cine o hacer ejercicio, ajenos a la devastación que ocurre a pocos kilómetros de distancia. Esta desconexión se refleja en el ámbito literario, donde, a pesar de la publicación de aproximadamente 300 libros sobre el conflicto en los últimos dos años, la mayoría de ellos carecen de una crítica hacia la situación de los palestinos. Kon señala que las librerías israelíes están repletas de relatos sobre experiencias de rehenes y anécdotas militares, mientras que las voces palestinas están prácticamente ausentes.
El editor ha tomado una postura clara al incluir en la contraportada de sus libros un mensaje que condena la violencia en Gaza y pide un alto el fuego inmediato. Sin embargo, su declaración ha sido recibida con burlas y un silencio ensordecedor por parte de sus colegas. Esta reacción ha llevado a Kon a experimentar un ostracismo en el mundo literario israelí, donde la crítica abierta al gobierno y a la situación en Gaza es vista con desdén.
**La Doble Moral de la Intelectualidad Israelí**
Kon también critica a escritores israelíes de renombre, como David Grossman, quien, a pesar de manifestar su oposición a las políticas de Netanyahu, no ha sido lo suficientemente contundente en sus declaraciones dentro de Israel. Según Kon, muchos intelectuales se sienten más cómodos expresando su desacuerdo en medios internacionales, pero evitan hacerlo en su propio país. Esta falta de valentía se traduce en una retórica ambigua que no logra impactar en la conciencia colectiva de la sociedad israelí.
El editor argumenta que la cultura juega un papel crucial en la percepción de la realidad. En un país donde la tasa de lectura ha disminuido drásticamente, el silencio de los escritores y la falta de obras críticas contribuyen a la normalización de la violencia y la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno. Kon sostiene que las sociedades que permiten atrocidades suelen hacerlo a través de un debilitamiento de la cultura, lo que facilita que las injusticias se cometan sin resistencia.
La falta de diálogo y la escasez de voces que abogan por una reconstrucción pacífica son preocupantes. Kon observa que muchos en Israel están más preocupados por la percepción internacional que por la realidad de los palestinos. La crítica externa, como el boicot de autores como Sally Rooney, parece afectar más a la sociedad israelí que las propias atrocidades cometidas en Gaza. Esta desconexión entre la cultura y la realidad política plantea interrogantes sobre el futuro de la sociedad israelí y su capacidad para enfrentar sus propios demonios.
**Un Llamado a la Acción**
A pesar de las dificultades, Kon continúa su labor editorial con la esperanza de que su trabajo pueda contribuir a un cambio en la narrativa cultural. Su libro, ‘Léxico para una sociedad conjunta’, busca abrir un espacio para el diálogo entre árabes e israelíes, presentando textos de autores que abogan por una convivencia pacífica. Esta iniciativa es un intento de contrarrestar la narrativa predominante que ignora la voz palestina.
El desafío que enfrenta Kon es monumental. En un entorno donde la mayoría de los escritores y editores optan por el silencio o la ambigüedad, su valentía al alzar la voz en contra de la violencia y la injusticia es un acto de resistencia cultural. A medida que la situación en Gaza continúa deteriorándose, la necesidad de una literatura que refleje la realidad y promueva la empatía se vuelve más urgente que nunca. La lucha de Kon no es solo por su sello editorial, sino por un cambio en la conciencia colectiva de una sociedad que parece haber olvidado la importancia de la crítica y la reflexión en tiempos de crisis.