La llegada de la Virgen del Pino a la Catedral de Santa Ana en Las Palmas de Gran Canaria es un evento que trasciende lo religioso, convirtiéndose en una celebración de la cultura y la tradición canaria. Este año, la 52ª Bajada de la Virgen se llevó a cabo bajo el lema ‘Camino de Esperanza’, atrayendo a miles de peregrinos que recorrieron el trayecto desde Teror hasta la capital grancanaria. La peregrinación, que se celebra cada cinco años, no solo es un acto de devoción, sino también una manifestación de la identidad cultural de la isla.
La historia de la Virgen del Pino es rica y significativa para los habitantes de Gran Canaria. Desde su llegada a la isla en el siglo XV, ha sido considerada la patrona de la Diócesis de Canarias. Cada vez que la imagen de la Virgen es trasladada a la Catedral, los fieles se unen en un acto de fe, esperanza y comunidad. Este año, la peregrinación estuvo marcada por historias personales que reflejan la conexión emocional que muchos tienen con la Virgen.
### Historias de Fe y Promesas
Entre los peregrinos, Jorge Gilabert se destacó por su promesa de caminar descalzo desde Teror hasta la Catedral. Después de dos años de desempleo, decidió que si encontraba trabajo, cumpliría esta promesa. «Las promesas son promesas, y la fe mueve montañas», comentó. Su historia es solo una de las muchas que se escucharon a lo largo del camino, donde cada paso representa una súplica o un agradecimiento.
Leocadio Arencibia, un hombre de Valleseco, también compartió su experiencia. Con más de cuatro Bajadas de la Virgen a sus espaldas, recordó su primera peregrinación en 1957, cuando la Virgen bajó para que los fieles pudieran rezar por los soldados en la guerra de Sidi-Ifni. Para él, cada Bajada está cargada de recuerdos y emociones, y cada paso lo hace sentir más joven.
Esther Betancort, otra peregrina, relató cómo la Virgen del Pino le ayudó en un momento crítico de su vida. Hace once años, su hijo estuvo en coma y, coincidiendo con la Bajada de la Virgen, salió del hospital. «Cada vez que sea necesario, estaré con la Virgen del Pino», afirmó con emoción. Estas historias de fe y gratitud son el hilo conductor de la peregrinación, mostrando cómo la Virgen del Pino se convierte en un símbolo de esperanza y fortaleza para muchos.
### Un Evento que Une a la Comunidad
La Bajada de la Virgen del Pino no solo atrae a devotos, sino que también se convierte en un evento social que une a la comunidad. Este año, se estima que alrededor de 35,000 peregrinos participaron en la caminata, creando un ambiente de alegría y camaradería. Ana Brito y Jose Antonio Betancort, un matrimonio que asistió por primera vez, expresaron su entusiasmo por ser parte de esta tradición. «Es más que fe, es un acto de tradición y comunidad», comentaron mientras esperaban ver pasar a la Virgen.
Las jóvenes Noelia Cabrera y Aimara Sánchez, amigas desde la infancia, decidieron unirse a la peregrinación para vivir la experiencia juntas. «No sabemos si dentro de diez años estaremos aquí, así que queríamos aprovechar esta oportunidad», dijeron. La participación de personas de diferentes edades y antecedentes demuestra que la Bajada de la Virgen del Pino es un evento inclusivo que invita a todos a unirse en celebración.
El recorrido, que dura aproximadamente 12 horas, está lleno de momentos de reflexión, música y risas. Los peregrinos no solo caminan, sino que también comparten historias, crean lazos y disfrutan de la compañía de otros. La atmósfera es festiva, con voluntarios ofreciendo avituallamiento y apoyo a lo largo del camino. La comunidad se une para hacer de este evento una experiencia memorable para todos los participantes.
La llegada de la Virgen del Pino a la Catedral es el clímax de esta peregrinación. A medida que la imagen se acerca, los peregrinos se llenan de emoción, y muchos se detienen para ofrecer sus oraciones y agradecimientos. La fe, la tradición y la comunidad se entrelazan en este evento, creando un sentido de pertenencia que perdura más allá de la celebración.
La Bajada de la Virgen del Pino es, sin duda, un evento que refleja la esencia de Gran Canaria. Es un recordatorio de que la fe puede unir a las personas, y que las tradiciones son el corazón de una comunidad. A medida que los peregrinos regresan a sus hogares, llevan consigo no solo recuerdos de un día especial, sino también la esperanza y la fe que la Virgen del Pino representa para todos.