La reciente promulgación de la Ley de Amnistía por parte de la presidenta interina de Perú, Dina Boluarte, ha generado un intenso debate en el país y ha suscitado reacciones tanto a nivel nacional como internacional. Esta ley, que favorece a miembros de las Fuerzas Armadas y la policía involucrados en delitos de lesa humanidad cometidos entre 1980 y 2000, ha sido vista como un intento de otorgar impunidad a quienes participaron en la represión durante el conflicto armado interno, particularmente contra el grupo terrorista Sendero Luminoso.
La presidenta Boluarte, quien ha enfrentado un rechazo significativo de la población, con una aprobación que apenas alcanza el 3%, ha encontrado en el Congreso y en las Fuerzas Armadas su principal apoyo. A pesar de las críticas, la mandataria defendió la ley argumentando que «el Perú honra a sus defensores» y que se reconoce el sacrificio de los miembros de las fuerzas del orden en la lucha contra el terrorismo. La ley también contempla la liberación de uniformados mayores de 70 años por «razones humanitarias».
Sin embargo, la decisión de Boluarte ha sido fuertemente cuestionada por organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que ha expresado su preocupación por el impacto que esta ley podría tener en el acceso a la justicia para las víctimas de violaciones de derechos humanos. La CIDH ha instado al Estado peruano a no aprobar esta legislación, advirtiendo que podría generar una cultura de impunidad y desprotección para las víctimas.
### Contexto Histórico y Reacciones a la Ley
La promulgación de la Ley de Amnistía no se produce en un vacío; está enmarcada en un contexto histórico de violencia y violaciones de derechos humanos en Perú. Durante el conflicto armado interno, que se extendió desde finales de los años 70 hasta principios de los 2000, miles de peruanos fueron víctimas de abusos, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas. Los casos emblemáticos de Barrios Altos y La Cantuta, donde un escuadrón del Ejército asesinó a civiles y secuestró a estudiantes, son recordados como ejemplos de la brutalidad del Estado en su lucha contra el terrorismo.
La reacción de la sociedad civil ha sido contundente. Organizaciones de derechos humanos han calificado la ley como un retroceso en la lucha por la justicia y la verdad. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos ha denunciado que esta norma, propia de regímenes autoritarios, premia con impunidad a los responsables de graves violaciones de derechos humanos, dejando a las víctimas y sus familias sin acceso a la justicia. Además, han señalado que el gobierno está debilitando las protecciones del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, incluso promoviendo la salida de Perú de su jurisdicción.
La presidenta Boluarte ha respondido a las críticas con un discurso nacionalista, afirmando que el Perú es un país libre e independiente que no permitirá la intervención de organismos internacionales en sus asuntos internos. Esta postura ha resonado en un contexto de tensiones con Colombia, donde un diferendo limítrofe ha avivado sentimientos nacionalistas y ha llevado a una mayor exaltación de las Fuerzas Armadas.
### Implicaciones para el Futuro de los Derechos Humanos en Perú
La promulgación de la Ley de Amnistía plantea serias interrogantes sobre el futuro de los derechos humanos en Perú. La posibilidad de que los responsables de violaciones a los derechos humanos queden impunes podría desincentivar a las víctimas a buscar justicia y a denunciar abusos. Además, podría sentar un precedente peligroso para la protección de los derechos humanos en el país, debilitando las instituciones encargadas de garantizar la justicia y la rendición de cuentas.
El rechazo a la ley por parte de la CIDH y de organizaciones de derechos humanos no solo refleja una preocupación por el pasado, sino también por el presente y el futuro de la democracia en Perú. La falta de justicia para las víctimas de violaciones de derechos humanos puede llevar a un ciclo de violencia y desconfianza en las instituciones del Estado, lo que podría tener repercusiones en la estabilidad política y social del país.
En este contexto, la comunidad internacional observa con atención los desarrollos en Perú. La presión externa podría jugar un papel crucial en la defensa de los derechos humanos y en la promoción de la justicia para las víctimas. Sin embargo, la respuesta del gobierno de Boluarte sugiere que está dispuesta a desafiar las recomendaciones internacionales en nombre de la soberanía nacional.
La promulgación de la Ley de Amnistía es un capítulo más en la compleja historia de Perú, donde la lucha por la justicia y la verdad sigue siendo un desafío constante. La sociedad peruana se encuentra en una encrucijada, y el camino que elija determinará el futuro de los derechos humanos en el país.