En la costa de Lekeitio, en Vizcaya, se encuentra la Isla de San Nicolás, un pequeño archipiélago que se ha convertido en un símbolo de la riqueza natural y cultural del País Vasco. Este lugar, que solo es accesible durante tres horas al día cuando la marea baja, atrae a cientos de visitantes, especialmente en verano, quienes buscan disfrutar de su belleza y de su historia. Sin embargo, la creciente afluencia de turistas ha generado preocupaciones sobre la conservación de este espacio único.
### Un Espigón con Historia
La Isla de San Nicolás, también conocida como Garraitz, se alza majestuosamente a la entrada del puerto de Lekeitio. Su acceso está limitado por un espigón construido en el siglo XVIII, diseñado para regular el estuario y facilitar la navegación de los barcos. Este espigón, que ha sido objeto de varias reformas a lo largo de los años, se ha vuelto un punto crítico para la conservación del entorno natural. Jon Zubiaur, miembro de la asociación cultural Atabaka Kultur Alkartea, destaca que el espigón ha permitido que más visitantes lleguen a la isla, pero también ha aumentado la necesidad de protegerla.
La asociación ha estado trabajando para restaurar y conservar las ruinas arqueológicas que se encuentran en la isla, que incluyen una ermita dedicada a San Nicolás de Bari, un lazareto del siglo XVI, y vestigios militares de la Guerra de la Independencia. Estos hallazgos han llevado a que la isla sea declarada parque arqueológico, un estatus que solo comparte con otro lugar en el País Vasco. Sin embargo, la presión turística y la falta de medidas de protección adecuadas han llevado a los defensores del espacio a solicitar que se declare como reserva natural.
### La Fauna y Flora en Riesgo
La Isla de San Nicolás no solo es un sitio de interés arqueológico, sino que también alberga una rica biodiversidad. Es hogar de varias especies de aves, como las gaviotas patiamarillas y los halcones peregrinos, que encuentran en este espacio un lugar ideal para nidificar. Sin embargo, la población de gaviotas ha disminuido drásticamente en los últimos años, cayendo un 80% en Vizcaya, lo que ha llevado a los conservacionistas a pedir medidas urgentes para proteger su hábitat.
Durante la época de cría, que va de marzo a julio, la asociación ha propuesto tres medidas clave para regular el acceso a la isla: la prohibición de perros, la restricción de los senderos para evitar que los visitantes se salgan de ellos, y la prohibición del uso de drones. Estas medidas son esenciales para garantizar que las aves puedan anidar y criar sin interrupciones. Jon Zubiaur enfatiza que el bienestar de estas aves es fundamental y que el acceso descontrolado de turistas puede tener consecuencias devastadoras para la fauna local.
La isla, que presenta un paisaje accidentado y cubierto de vegetación, también ha sido afectada por la intervención humana. Los vestigios de pólvora dejados por los antiguos habitantes son un recordatorio de cómo la historia ha moldeado este lugar. Sin embargo, la presión del turismo y la falta de regulación han llevado a que el entorno natural se vea amenazado. Jon menciona que, a pesar de las promesas del Ayuntamiento de implementar medidas de protección, hasta ahora no se ha concretado nada.
La situación se complica aún más cuando se producen incidentes como el rescate de turistas que se quedan aislados en la isla debido a la pleamar. Estos eventos no solo ponen en riesgo a los visitantes, sino que también afectan a las especies que habitan en la isla. La interacción humana, aunque a menudo bien intencionada, puede tener efectos adversos en la fauna local, especialmente en momentos críticos como la cría.
La Isla de San Nicolás es un microcosmos de la rica biodiversidad y la historia del País Vasco. Sin embargo, su futuro depende de la capacidad de la comunidad y las autoridades para implementar medidas de conservación efectivas. La voz de los defensores del medio ambiente, como Jon Zubiaur y su asociación, es crucial para asegurar que este tesoro natural no solo sea un destino turístico, sino también un refugio seguro para las especies que lo habitan. La lucha por la protección de la Isla de San Nicolás es un reflejo de la necesidad de equilibrar el turismo y la conservación, un desafío que enfrenta muchas áreas naturales en el mundo actual.