En un mundo donde la información fluye a una velocidad vertiginosa, la desinformación se ha convertido en una herramienta poderosa utilizada por diversos actores, desde gobiernos hasta grupos extremistas. Daniel Iriarte, periodista y autor del libro ‘Guerras cognitivas’, explora cómo estas dinámicas afectan la percepción pública y la salud de las democracias. Su obra, publicada en 2025, ofrece un análisis profundo sobre las estrategias de manipulación que se están utilizando en la actualidad y cómo estas pueden influir en la opinión pública.
### La Desinformación como Estrategia de Control
Iriarte señala que la desinformación no es un fenómeno nuevo, pero su alcance y sofisticación han aumentado con el auge de las redes sociales y la inteligencia artificial. En su libro, menciona el caso de Cambridge Analytica, donde se utilizaron datos personales para influir en elecciones, un ejemplo claro de cómo la tecnología puede ser utilizada para manipular a las masas. Sin embargo, el autor también destaca que esta estrategia no se limita a un solo país o ideología. Por ejemplo, menciona que en China, se han implementado técnicas de perfilado para enviar mensajes personalizados que buscan neutralizar cualquier debate contrario al Partido Comunista.
La pregunta que surge es: ¿cómo pueden las democracias defenderse de estas tácticas? Iriarte argumenta que la respuesta no es sencilla. En muchas democracias, la difusión de desinformación no es un delito, lo que complica la situación. Además, las iniciativas de verificación de hechos a menudo son ineficaces, ya que desmentir un bulo toma mucho más tiempo que crear uno. Esto genera un entorno donde la desinformación puede proliferar sin restricciones, afectando la confianza del público en las instituciones y en los medios de comunicación.
### La Psicología Detrás de la Radicalización
Uno de los aspectos más inquietantes que Iriarte aborda en su libro es el perfil psicológico de los extremistas. A través de la obra de David Saavedra, autor de ‘Memorias de un exnazi’, se introduce el concepto de ‘burbuja cognitiva’. Este término describe cómo las personas radicalizadas filtran la información que reciben, aceptando solo aquello que se alinea con sus creencias preexistentes. Este fenómeno no es exclusivo de un solo grupo ideológico; se observa tanto en la extrema derecha como en la ultraizquierda.
La radicalización se convierte en un proceso complejo donde la ideología se entrelaza con la identidad personal. Iriarte compara este proceso con el enamoramiento, sugiriendo que una vez que una persona se identifica con una ideología, es extremadamente difícil cambiar su forma de pensar. Esto plantea un desafío significativo para las democracias, que deben encontrar formas efectivas de contrarrestar la radicalización sin caer en medidas coercitivas que puedan ser contraproducentes.
El autor también menciona que, aunque el periodismo enfrenta enormes desafíos en la era de la desinformación, sigue siendo una herramienta crucial para la verdad. La alfabetización digital se presenta como una solución viable, especialmente en países como Taiwán y Finlandia, donde se han implementado programas educativos para enseñar a los ciudadanos a cuestionar la información que reciben. Estos enfoques proactivos han demostrado ser efectivos en la reducción de la penetración de desinformación, lo que sugiere que la educación puede ser una de las mejores defensas contra la manipulación.
### La Amenaza Global de la Desinformación
Iriarte no se detiene en el análisis de la desinformación en un solo contexto; también examina cómo actores globales, como Rusia, han perfeccionado sus técnicas de manipulación. Según el autor, Rusia ha adaptado métodos tradicionales de operaciones psicológicas a los nuevos ecosistemas digitales, lo que les ha permitido influir en la opinión pública de manera más efectiva. Este enfoque ha llevado a la creación de narrativas que pueden ser fácilmente compartidas y amplificadas a través de las redes sociales, lo que complica aún más la lucha contra la desinformación.
El autor también plantea la cuestión de si las democracias deben adoptar medidas coercitivas contra los desinformadores. Sin embargo, advierte que no existe una definición universal de desinformación, lo que podría llevar a abusos de poder por parte de los gobiernos. En este sentido, Iriarte sugiere que es fundamental establecer un equilibrio entre la libertad de expresión y la necesidad de proteger a la sociedad de la manipulación.
En un mundo donde la verdad se ha vuelto cada vez más subjetiva, la obra de Daniel Iriarte ofrece una mirada crítica y necesaria sobre los desafíos que enfrentan las democracias en la actualidad. A medida que la desinformación continúa evolucionando, es imperativo que tanto los ciudadanos como las instituciones encuentren formas efectivas de combatirla y fomentar un entorno informativo más saludable.