La reciente decisión de 22 concejales de Nueva Canarias de abandonar el partido sin renunciar a sus actas ha suscitado un intenso debate sobre la legalidad y la ética del transfuguismo político en España. Este fenómeno, que se refiere a la deserción de representantes electos de un partido a otro, plantea interrogantes sobre la naturaleza del mandato representativo y la capacidad de los partidos para controlar a sus miembros una vez que han sido elegidos. En este contexto, el profesor de Derecho Constitucional Víctor Cuesta López, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ofrece una perspectiva esclarecedora sobre el tema.
El mandato representativo y la autonomía del concejal
Según Cuesta, el marco jurídico español establece que una vez que un representante político es elegido, el partido no puede obligarlo a renunciar a su cargo. Esto se debe a que el acta de concejal es un derecho personal del individuo y no del partido que lo postuló. En este sentido, el profesor menciona que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional respalda esta afirmación, subrayando que el compromiso del concejal es con el electorado y no con la formación política que lo eligió.
El pacto antitransfuguismo, que se ha implementado en diversas comunidades autónomas como un código de buenas prácticas, carece de peso legal. Cuesta aclara que, aunque este pacto busca prevenir el transfuguismo, no puede obligar a los concejales a entregar sus actas. En consecuencia, los partidos políticos pueden tomar medidas como la baja o expulsión de sus miembros, pero no tienen la autoridad para forzarlos a renunciar a sus cargos.
Este escenario plantea un dilema ético y político. Si bien los concejales tienen el derecho legal de mantener sus actas, la confianza de los electores puede verse comprometida. En el sistema electoral español, los ciudadanos votan por partidos y no por candidatos individuales, lo que genera una dependencia del partido en la elección de representantes. Sin embargo, Cuesta enfatiza que, a pesar de esta dinámica, una vez que un concejal asume su cargo, el partido no puede despojarlo de su mandato.
La naturaleza del transfuguismo: escisiones políticas versus deserciones individuales
El caso de los concejales de Nueva Canarias es particularmente interesante porque, según Cuesta, no se trata de un transfuguismo clásico. A diferencia de situaciones anteriores, como el famoso «Tamayazo» en Madrid, donde dos parlamentarios del PSOE se abstuvieron en una votación crucial, la situación actual refleja una escisión política. Los concejales que han abandonado Nueva Canarias lo han hecho en bloque, lo que indica un desacuerdo más profundo con la dirección del partido.
El profesor señala que este tipo de movimientos políticos suelen tener causas subyacentes que van más allá de la simple deserción. En este caso, los concejales han decidido formar un nuevo proyecto político, lo que implica una ruptura con la ideología y las estrategias de Nueva Canarias. Aunque el partido puede sentirse traicionado, la realidad es que los concejales están ejerciendo su derecho a la libre asociación política.
Desde un punto de vista jurídico, Cuesta sostiene que no hay diferencias significativas entre ser elegido concejal a través de un partido o una coalición electoral. La ley no establece distinciones que permitan a un partido reclamar el acta de un concejal en función de su afiliación inicial. Esto refuerza la idea de que el mandato es personal y no puede ser revocado por el partido.
La percepción pública y la ética política
A pesar de la claridad jurídica, la situación plantea preguntas sobre la ética política y la percepción pública. La deserción de concejales puede generar desconfianza entre los votantes, quienes pueden sentir que su elección ha sido manipulada. En un sistema donde los ciudadanos votan por partidos, la lealtad a la formación política es fundamental para mantener la integridad del proceso electoral.
Cuesta también menciona que, en otros sistemas políticos, los votantes eligen a candidatos individuales, lo que les otorga un mayor control sobre sus representantes. En España, sin embargo, el sistema de listas cerradas limita esta capacidad, lo que puede llevar a situaciones de descontento entre los electores cuando sus representantes deciden abandonar el partido.
En resumen, el fenómeno del transfuguismo político en España es un tema complejo que involucra tanto aspectos jurídicos como éticos. La situación de los concejales de Nueva Canarias ilustra las tensiones entre la autonomía individual de los representantes y la autoridad de los partidos políticos. A medida que la política española continúa evolucionando, será crucial observar cómo se desarrollan estos casos y qué implicaciones tendrán para la confianza pública en el sistema electoral.