Recientemente, se ha detectado en el sur de Tenerife la presencia de una especie de hormiga exótica conocida como hormiga de fuego pequeña (Wasmannia auropunctata). Este hallazgo, realizado por investigadores del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC), ha encendido las alarmas en el Gobierno de Canarias, que ha comenzado a implementar medidas para controlar y reducir la población de esta especie invasora. Antonio Pérez, investigador del IPNA-CSIC, ha señalado que esta hormiga representa una grave amenaza para la biodiversidad, la salud pública y la economía de la región. La investigación sobre esta especie ha sido publicada en la revista Journal of Hymenioptera Research, donde se detallan los riesgos asociados a su presencia.
La hormiga de fuego pequeña, que mide apenas 2,6 milímetros, es considerada la segunda especie de hormiga con mayor impacto a nivel mundial. Su capacidad para formar colonias masivas, junto con el daño que causan sus picaduras, la convierte en un verdadero peligro para la salud pública. Además de los problemas inmediatos que representa, la aparición de esta especie está vinculada a una serie de problemas medioambientales y ecológicos. Los investigadores han observado que su presencia puede llevar a una disminución en la abundancia y diversidad de especies animales, alteraciones en funciones ecológicas, y efectos negativos en las interacciones entre animales y plantas. En lugares como Las Galápagos y Nueva Caledonia, la hormiga de fuego ha demostrado ser un problema significativo para la biodiversidad local.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta especie es su impacto en la agricultura. La hormiga de fuego pequeña no solo causa daños directos, sino que también facilita el aumento de otras plagas, como el pulgón, lo que puede resultar en pérdidas económicas considerables. Se estima que el coste económico asociado a esta especie a nivel mundial asciende a 7.000 millones de dólares, y un estudio reciente ha indicado que el coste total para mitigar el impacto de las hormigas invasoras supera los 50.000 millones de dólares. Esto pone de manifiesto la gravedad de la situación y la necesidad de actuar con rapidez.
La hormiga de fuego pequeña tiene su origen en las regiones tropicales de Centro y Sudamérica, y se ha expandido a al menos 31 países e islas debido a la actividad humana. La especie fue detectada por primera vez en Europa en 2010, en Israel, y desde entonces ha ido apareciendo en diferentes puntos de la cuenca mediterránea, incluyendo Málaga, Chipre y Francia. Su reciente aparición en Tenerife, específicamente en el Golf del Sur y sus alrededores, ha llevado a los investigadores a investigar cómo pudo haber llegado a la isla. Se sospecha que la especie podría haberse introducido a través de plantas tropicales vivas que se utilizan en jardinería, transportadas junto con la tierra de las macetas.
La detección temprana de esta especie es crucial para su control. Una vez que se confirmó su presencia, el hallazgo fue comunicado a las autoridades competentes del Gobierno de Canarias. Se están llevando a cabo trabajos para delimitar el área de distribución de la hormiga de fuego pequeña, lo que es un primer paso esencial para gestionar esta especie invasora. Antonio Pérez ha enfatizado que cuanto más rápido se actúe, mayores serán las probabilidades de erradicar la población. Sin embargo, la dispersión de esta especie puede complicar los esfuerzos de erradicación. Desde la década de 1990, Hawái ha intentado eliminar esta plaga sin éxito, lo que resalta la dificultad de controlar especies invasoras una vez que se han establecido.
La situación en Tenerife es un recordatorio de los desafíos que enfrentan las islas y otras regiones del mundo ante la creciente amenaza de las especies invasoras. La combinación de la globalización, el comercio internacional y el cambio climático ha facilitado la expansión de estas especies, que pueden alterar ecosistemas enteros y causar daños irreparables. La hormiga de fuego pequeña es solo un ejemplo de cómo una especie aparentemente inofensiva puede convertirse en un problema grave para la biodiversidad y la economía local. Por lo tanto, es fundamental que se implementen estrategias efectivas de gestión y control para proteger los ecosistemas vulnerables de las Islas Canarias y del mundo.