La reciente ola de incendios que ha azotado la Península Ibérica ha dejado una huella devastadora en el sector agrícola y ganadero. Con pérdidas que superan los 600 millones de euros y aproximadamente 19.000 hectáreas de cultivo arrasadas, la situación es crítica. El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha asegurado que los afectados recibirán las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) de manera similar a lo que ocurrió tras el volcán de La Palma y otros desastres naturales. Sin embargo, la magnitud de los daños plantea serios desafíos para la recuperación del sector primario.
**La Extensión de los Daños y la Respuesta del Gobierno**
Los incendios han arrasado vastas áreas de cultivo, afectando especialmente a viñedos y ganadería. En un contexto donde la vendimia estaba a punto de comenzar en regiones como Orense y Castilla y León, la pérdida de cultivos permanentes como el olivar y los cítricos se convierte en una preocupación urgente. Planas ha enfatizado que, aunque se activarán las ayudas de la PAC, es fundamental evaluar el alcance de los daños para determinar las medidas adicionales que se puedan implementar.
El ministro también ha mencionado que el acceso a seguros agrarios, que cubren el riesgo de incendios y están subvencionados en un 40% por el Estado, será crucial para los agricultores y ganaderos afectados. Sin embargo, la recuperación de las tierras quemadas será un proceso arduo y prolongado. Javier Fatás, responsable de Medio Ambiente de COAG, ha calificado la situación como «catastrófica», subrayando que revitalizar las tierras afectadas será un desafío significativo que requerirá la colaboración de diversas administraciones.
El Gobierno ha anunciado que se declarará una zona de emergencia de protección civil, lo que permitirá establecer un marco para la distribución de ayudas y recursos. Planas ha indicado que se trabajará en conjunto con otros ministerios para evaluar las necesidades y responder adecuadamente a esta crisis. Sin embargo, la falta de una línea específica de ayudas para los profesionales del campo ha generado inquietud entre los afectados, quienes piden ser parte de las negociaciones para abordar la situación de manera integral.
**Desafíos para la Ganadería y la Agricultura**
La ganadería extensiva se enfrenta a un panorama complicado, no solo por la pérdida de cabezas de ganado, sino también por la escasez de pastos. Muchos de los terrenos donde los animales solían alimentarse han sido consumidos por las llamas, lo que obliga a los ganaderos a buscar alternativas más costosas, como el forraje. Esto no solo incrementa los gastos operativos, sino que también afecta la viabilidad económica de muchas explotaciones ganaderas.
La situación es igualmente preocupante para los viñedos, que están en un momento crítico del ciclo agrícola. La vendimia, que es esencial para la producción de vino, se ve amenazada por la pérdida de uvas y la calidad de las cosechas. Los agricultores están en la incertidumbre, ya que la evaluación de los daños y la recuperación de las tierras quemadas son procesos que llevarán tiempo y esfuerzo.
A medida que el Gobierno se prepara para implementar medidas de ayuda, los agricultores y ganaderos esperan que se tomen decisiones rápidas y efectivas. La colaboración entre las distintas administraciones y la inclusión de los afectados en el proceso de toma de decisiones son aspectos que podrían marcar la diferencia en la recuperación del sector primario.
En resumen, la ola de incendios ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sector agrícola y ganadero ante desastres naturales. La respuesta del Gobierno, aunque positiva en términos de ayudas, debe ir acompañada de un enfoque integral que contemple la recuperación a largo plazo de las tierras y la sostenibilidad del sector. La situación actual exige una acción coordinada y efectiva para mitigar los efectos de esta crisis y garantizar la viabilidad futura de la agricultura y la ganadería en la región.