El clima en Canarias ha experimentado cambios significativos en los últimos años, y el verano de 2025 no ha sido la excepción. Con temperaturas que superan los promedios históricos, el archipiélago se enfrenta a un verano que se alarga hasta octubre, lo que plantea desafíos tanto para los residentes como para el medio ambiente. Este artículo explora las anomalías térmicas, los récords de temperatura y las implicaciones de este fenómeno en la vida cotidiana de los canarios.
**Anomalías Térmicas y Récords de Temperatura**
El verano de 2025 ha sido catalogado como el sexto más cálido desde que se tienen registros, con una temperatura media de 22,7 grados Celsius, lo que representa un aumento de 0,9 grados en comparación con años anteriores. Este incremento no es solo un número; se traduce en experiencias tangibles para los habitantes de las islas. En junio, se registraron picos de temperatura que superaron los 3 grados por encima de la media, mientras que julio trajo consigo una ola de calor que alcanzó hasta 6 grados más de lo habitual. En agosto, las temperaturas continuaron elevándose, con episodios cálidos que se extendieron durante la mayor parte del mes.
Las estaciones meteorológicas han sido testigos de cifras alarmantes. Por ejemplo, en Gran Canaria, la estación de Tunte marcó 39,3 grados el 29 de junio, mientras que en julio, Tasarte alcanzó un impresionante 40,7 grados. Agosto cerró con un récord aún más alto, con 43,6 grados en la misma localidad. En contraste, las temperaturas en las zonas más altas de Tenerife, como Las Cañadas, se mantuvieron notablemente más bajas, con registros de 11 grados en junio y 8 grados en julio. Esta disparidad resalta la diversidad climática dentro del archipiélago, donde las condiciones pueden variar drásticamente en distancias cortas.
**Impacto en la Salud y el Medio Ambiente**
El aumento de las temperaturas no solo afecta la comodidad de los residentes, sino que también tiene consecuencias graves para la salud pública. Durante el verano de 2025, se reportaron 59 fallecimientos atribuibles al calor, una cifra que, aunque similar a la del año anterior, es significativamente menor que en 2023. Esto sugiere que, a pesar de las altas temperaturas, la población puede estar mejor preparada para enfrentar las olas de calor, aunque la preocupación por la salud sigue siendo un tema crítico.
Además de los efectos en la salud, el clima extremo también impacta el medio ambiente. Las lluvias, aunque escasas, han tenido episodios significativos, especialmente en julio, donde las precipitaciones fueron tres veces más altas de lo normal en algunas áreas. Este fenómeno puede ser un alivio temporal, pero también plantea riesgos, como inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra. La calima, que normalmente se presenta en invierno, ha hecho su aparición en el verano, lo que indica un cambio en los patrones climáticos tradicionales.
La temperatura del mar también ha aumentado, con un ascenso de 0,42 grados, posicionando este verano como el noveno más cálido en la historia del Atlántico. Este aumento no solo afecta la vida marina, sino que también puede influir en la actividad turística, un pilar fundamental de la economía canaria. Las temperaturas más cálidas del agua pueden alterar los ecosistemas marinos, afectando la biodiversidad y la salud de los arrecifes de coral.
El delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, ha destacado la importancia de estos datos para la formulación de estrategias de prevención de incendios forestales. Con el aumento de las temperaturas y la sequedad del ambiente, el riesgo de incendios se incrementa, lo que requiere una planificación y preparación adecuadas para proteger tanto a la población como a los recursos naturales.
A medida que el verano se extiende más allá de los meses tradicionales, es crucial que los residentes y las autoridades se adapten a esta nueva realidad climática. La implementación de medidas de mitigación y adaptación será esencial para enfrentar los desafíos que presenta el cambio climático en las Islas Canarias. La educación sobre el manejo del calor, la promoción de prácticas sostenibles y la inversión en infraestructura resiliente son pasos necesarios para asegurar un futuro más seguro y saludable para todos los canarios.