La situación de los menores migrantes en Canarias ha captado la atención de las autoridades y la sociedad en general. En medio de un contexto de creciente preocupación por la migración, el Gobierno de España ha comenzado a realizar traslados de menores solicitantes de asilo desde el archipiélago hacia la península. Sin embargo, este proceso ha estado marcado por la lentitud y la crítica de diversas partes involucradas. En este artículo, exploraremos los detalles de los traslados, los desafíos que enfrenta el sistema y las reacciones de los diferentes actores políticos.
**El Proceso de Traslado de Menores**
Recientemente, el Gobierno español ha confirmado el traslado de un grupo de cinco menores migrantes desde Canarias a la península, específicamente desde el recurso Canarias 50, ubicado en La Isleta. Este grupo está compuesto por chicos procedentes de Mali, y se espera que la próxima semana se realice otro traslado de 15 menores. A pesar de que el Gobierno canario había expresado su preocupación por la falta de celeridad en estos traslados, el Ejecutivo estatal ha asegurado que se están cumpliendo las órdenes del Tribunal Supremo, que exige que se garantice el acceso al Sistema Nacional de Acogida de Protección Internacional en un plazo de diez días.
El proceso de traslado no es sencillo. Implica la coordinación entre diversas administraciones y entidades sociales, lo que ha llevado a que algunos críticos califiquen la gestión como «muy compleja». Desde el Gobierno de España se ha enfatizado que el interés superior del menor debe ser la prioridad en todo momento. Esto es especialmente relevante dado que muchos de estos menores provienen de situaciones de vulnerabilidad extrema, huyendo de conflictos y buscando un futuro mejor.
A pesar de los esfuerzos, el ritmo de los traslados ha sido objeto de críticas. Los partidos políticos que gobiernan en Canarias, como Coalición Canaria y el Partido Popular, han denunciado lo que consideran un «abandono» por parte del Gobierno central. Según ellos, el proceso de traslado se está llevando a cabo de manera insuficiente y con una falta de voluntad evidente para resolver la situación de los menores. El coordinador general del PP en el archipiélago, Jacob Qadri, ha señalado que, tras cinco meses desde la orden del Tribunal Supremo, el Gobierno no ha hecho lo suficiente para atender a estos niños.
**Reacciones y Críticas a la Gestión del Estado**
La gestión del Estado en relación con los traslados de menores migrantes ha generado un amplio debate en Canarias. La crítica se ha centrado en la lentitud del proceso y en la percepción de que el Gobierno no está haciendo lo suficiente para aliviar la carga que enfrenta el archipiélago. David Toledo, secretario general de Organización de Coalición Canaria, ha cuestionado la capacidad del Estado para acoger a 1.000 menores migrantes, argumentando que ha demostrado ser capaz de establecer un sistema de integración para un número mucho mayor de menores ucranianos.
La presión sobre el Gobierno central ha aumentado, y se han convocado reuniones urgentes para abordar la situación. En una de estas reuniones, se acordó mantener controles diarios en el proceso de derivación de los menores y establecer un calendario de trabajo para las próximas semanas. Sin embargo, la falta de comunicación y coordinación ha llevado a situaciones incómodas, como la que ocurrió cuando se hizo público el destino de un grupo de menores antes de que las autoridades locales fueran informadas, lo que provocó quejas por parte de los ayuntamientos involucrados.
Además, la ministra de Inclusión, Elma Saiz, ha denunciado incidentes de hostigamiento hacia los menores, como la retirada de pancartas con simbología nazi que incitaban a los chicos a irse. Este tipo de situaciones resalta la necesidad de un enfoque más humano y sensible en la gestión de los traslados, así como la importancia de proteger la dignidad de estos menores en un momento tan vulnerable de sus vidas.
A medida que se avanza en el proceso de traslado, las autoridades canarias continúan demandando una mayor celeridad y un aumento en el número de menores que se trasladan en cada grupo. La preocupación por el bienestar de estos niños y niñas es palpable, y la presión sobre el Gobierno español para que actúe de manera más efectiva y rápida sigue en aumento. La situación actual plantea importantes preguntas sobre la capacidad del sistema para manejar la migración y la protección de los derechos de los menores en un contexto de crisis humanitaria.