La expansión de las operaciones de extracción de combustibles fósiles en América Latina y el Caribe ha suscitado una creciente preocupación entre organizaciones ambientales y comunidades indígenas. Más de 190 empresas del sector energético están invirtiendo en proyectos que, a pesar de las advertencias sobre el cambio climático, continúan desarrollándose en la región. Un reciente informe de varias ONGs ha revelado que estas iniciativas están siendo financiadas en gran parte por bancos internacionales, destacando el papel del banco Santander como uno de los principales financiadores.
### La Inversión en Combustibles Fósiles
El informe, elaborado por Urgewald, Amazon Watch y el Instituto Internacional Arayara, señala que las inversiones en la búsqueda de nuevas reservas de petróleo han alcanzado los 28.000 millones de dólares en los últimos tres años. Empresas como Pemex, Petrobras y ExxonMobil son las que más han invertido, con cifras que superan los 9.500 millones, 2.600 millones y 1.800 millones de dólares, respectivamente. Esta tendencia se produce en un contexto donde organismos internacionales instan a reducir el uso de combustibles fósiles, que son responsables de la emisión de gases de efecto invernadero y, por ende, del calentamiento global.
La financiación de estos proyectos es principalmente extranjera, con un 92% de los fondos provenientes de bancos fuera de la región. Entre 2022 y 2024, se estima que 297 bancos han canalizado 138.500 millones de dólares hacia empresas que desarrollan nuevos proyectos de combustibles fósiles en América Latina. El banco Santander se posiciona como el principal financiador, seguido de JPMorgan Chase y Citigroup. Esta situación plantea serias preguntas sobre la responsabilidad de las instituciones financieras en la crisis climática actual.
### La Amenaza a los Territorios Indígenas
La expansión de la explotación de recursos naturales no solo afecta al medio ambiente, sino que también pone en riesgo los territorios de comunidades indígenas. Según el informe, más de 1.600 territorios indígenas se superponen con concesiones de petróleo y gas, lo que incluye áreas habitadas por pueblos en contacto no voluntario. En Ecuador, por ejemplo, siete comunidades indígenas han denunciado la falta de consulta previa sobre proyectos que amenazan su forma de vida y el ecosistema de la Amazonía.
La situación es alarmante, ya que la quema de estos recursos podría liberar hasta 10 giga toneladas de dióxido de carbono, lo que representa un 7,7% del presupuesto de carbono restante para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. Brasil, que albergará la COP30, es el país donde se encuentran el 47% de los nuevos recursos de petróleo y gas en desarrollo en la región. Esto resalta la paradoja de que el país anfitrión de una conferencia sobre cambio climático es también uno de los mayores contribuyentes a la crisis.
Las comunidades indígenas han expresado su preocupación por la falta de información y consulta en relación con los proyectos que afectan sus territorios. La “Hoja de ruta carbonífera” del gobierno ecuatoriano, que busca desarrollar 49 proyectos petroleros, ha sido objeto de críticas por no considerar las voces de quienes habitan estas tierras. La falta de un marco normativo que proteja los derechos de estas comunidades es un factor que agrava la situación.
### La Respuesta de las Instituciones Financieras
Ante las acusaciones de financiar proyectos que contribuyen al cambio climático, el banco Santander ha defendido su posición, afirmando que apoya la transición hacia una economía baja en carbono. Según un portavoz de la entidad, el banco ha establecido objetivos de reducción de emisiones y asegura que todas sus decisiones crediticias están sujetas a un marco normativo estricto. Sin embargo, la realidad de las inversiones en combustibles fósiles plantea dudas sobre la efectividad de estas afirmaciones.
La presión sobre las instituciones financieras para que reconsideren sus políticas de inversión en combustibles fósiles está aumentando. Activistas y organizaciones ambientales están pidiendo una mayor transparencia y responsabilidad en la financiación de proyectos que afectan tanto al medio ambiente como a las comunidades locales. La necesidad de un cambio en la forma en que se financian estos proyectos es urgente, especialmente en un momento en que el mundo enfrenta una crisis climática sin precedentes.
La situación en América Latina es un reflejo de un problema global más amplio, donde la búsqueda de beneficios económicos a corto plazo a menudo se antepone a la sostenibilidad ambiental y a los derechos de las comunidades indígenas. La lucha por un futuro más sostenible y justo continúa, y es esencial que se escuchen las voces de aquellos que están en la primera línea de esta batalla.