La situación de los menores migrantes no acompañados en España ha alcanzado un punto crítico, especialmente en regiones como Canarias y Ceuta. Con la llegada de 4.400 menores a estas islas, el Gobierno español ha decidido implementar un decreto ley que regula la capacidad de acogida de cada comunidad autónoma y establece un sistema de financiación para facilitar su traslado. Este artículo explora los detalles de esta medida y las reacciones que ha suscitado en el ámbito político y social.
**La Nueva Regulación para el Acogimiento de Menores**
El Consejo de Ministros ha programado la aprobación de un decreto ley que busca gestionar de manera más efectiva la llegada de menores migrantes. Este decreto se enmarca dentro de una reforma más amplia de la ley de extranjería, que busca garantizar que los menores que llegan sin la compañía de un adulto sean distribuidos de manera equitativa entre las diferentes comunidades autónomas. La medida se activa cuando una región supera su capacidad de acogida, lo que es el caso de Canarias, donde la situación se ha vuelto insostenible.
La regulación establece que, una vez que se declare una «situación de contingencia migratoria extraordinaria», el Estado podrá redistribuir a los menores a otras regiones que tengan capacidad disponible. Esto se hará en un plazo de 15 días desde la inscripción del menor en el Registro de Menores Extranjeros No Acompañados. La distribución se basará en criterios objetivos que consideran la población, la renta per cápita y otros factores que aseguran una distribución justa y equitativa.
Andalucía y Madrid son las comunidades que más menores acogerán, con 677 y 647 plazas respectivamente. Sin embargo, comunidades como Cataluña y Euskadi no recibirán más menores debido a que sus sistemas de acogida ya están saturados. Esta decisión ha generado tensiones políticas, especialmente entre las comunidades gobernadas por el Partido Popular, que han expresado su rechazo a la medida y han recurrido al Tribunal Constitucional, argumentando que invade competencias autonómicas.
**Reacciones Políticas y Sociales**
El debate sobre el reparto de menores migrantes ha puesto de manifiesto las divisiones políticas en España. Desde el Gobierno central, se argumenta que la medida es necesaria para gestionar un problema humanitario que afecta a miles de niños y niñas. Sin embargo, las comunidades gobernadas por el PP han criticado la falta de financiación y han solicitado la paralización del reparto, alegando que no pueden garantizar una atención digna a los menores debido a la presión que ya soportan sus sistemas de acogida.
La situación se complica aún más con la reciente declaración de Baleares, que ha solicitado suspender el reparto de menores de Canarias, argumentando que su propio sistema está desbordado. Esta petición ha sido calificada por algunos sectores como una «puñalada» al archipiélago canario, lo que refleja la tensión existente entre las comunidades autónomas en relación con la gestión de la migración.
El debate también ha suscitado preocupaciones en la sociedad civil, donde organizaciones y grupos de derechos humanos han instado a las autoridades a garantizar que los menores migrantes reciban la atención y los recursos necesarios. La falta de un enfoque coordinado y solidario entre las comunidades ha llevado a un aumento de la presión sobre los sistemas de acogida, lo que pone en riesgo el bienestar de los menores.
El Gobierno ha defendido que la medida busca una gestión ordenada y humanitaria de la crisis migratoria, y que se están estableciendo criterios claros para la asignación de plazas en otras comunidades. Sin embargo, la implementación de esta medida sigue siendo un desafío, especialmente en un contexto político polarizado donde las comunidades autónomas parecen más interesadas en proteger sus propios intereses que en colaborar para resolver un problema que afecta a todos.
A medida que se acerca la fecha de inicio del reparto, el futuro de los menores migrantes en España sigue siendo incierto. La presión sobre las comunidades autónomas, la falta de recursos y la resistencia política complican la situación, y es fundamental que se busquen soluciones efectivas y humanitarias que prioricen el bienestar de los menores. La gestión de la migración es un reto que requiere un enfoque colaborativo y solidario, y es esencial que todas las partes involucradas trabajen juntas para garantizar que los derechos de los menores sean respetados y protegidos.