El sector hotelero ha experimentado un notable crecimiento desde la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 en 2020. A medida que las restricciones se han ido levantando y la demanda de viajes ha aumentado, las tarifas de las habitaciones han alcanzado cifras récord. En julio de 2025, el precio medio por noche se situó en 146,49 euros, lo que representa un incremento del 4,6% en comparación con el mismo mes del año anterior y un asombroso aumento del 64% desde el inicio de la pandemia. Este fenómeno no solo se limita a los precios actuales, sino que también refleja un aumento del 39% en comparación con los precios de 2019, antes de que la crisis sanitaria afectara al mundo.
Las comunidades autónomas más afectadas por este aumento de precios son las que tradicionalmente han sido destinos turísticos populares. Illes Balears y Andalucía se destacan como las regiones donde los precios han subido más, alcanzando tarifas de 194,82 euros y 152,66 euros por noche, respectivamente. Estos precios son aproximadamente un 50% más altos que hace cinco o seis años. Otras regiones como el País Vasco y Catalunya también han visto incrementos significativos, con tarifas de 148,86 euros y 141,01 euros, lo que representa aumentos del 70,30% y 55,16% desde 2020, respectivamente.
Uno de los destinos más caros del país es Marbella, donde el precio medio por habitación alcanza los 375,1 euros. Este aumento en las tarifas no solo se debe a la demanda, sino también a la llegada de nuevos hoteles de lujo y a la renovación de establecimientos existentes. Por ejemplo, Madrid ha visto un aumento del 126,15% en los precios desde 2020, alcanzando un promedio de 131,71 euros por noche. Este crecimiento se atribuye a la apertura de hoteles de alta gama como Four Seasons y la reforma del Hotel Ritz.
A pesar de estos aumentos en las tarifas, el número de noches de hotel reservadas ha mostrado un crecimiento más modesto. Durante los primeros siete meses de 2025, el incremento en las pernoctaciones fue de solo un 0,7% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Las pernoctaciones de viajeros residentes en España disminuyeron un 0,4%, mientras que las de no residentes aumentaron un 1,2%. En julio, se registraron 44,6 millones de pernoctaciones, lo que representa un aumento de 1,5 millones en comparación con el mismo mes de 2019. Este crecimiento se debe en gran parte a los turistas extranjeros, quienes realizaron 1,4 millones de pernoctaciones más que en 2019.
Los turistas provenientes de Reino Unido y Alemania fueron los que más contribuyeron a este aumento, representando el 26,1% y el 14,5% de las pernoctaciones de no residentes en julio. Otros mercados emisores importantes incluyen a Francia, Países Bajos e Italia, que representaron el 8,1%, 5,0% y 4,2% del total de noches de hotel, respectivamente. Este panorama sugiere que, aunque los precios han aumentado, la demanda sigue siendo robusta, especialmente entre los turistas internacionales.
El crecimiento de los ingresos en el sector hotelero ha sido igualmente notable. El ingreso medio por habitación disponible alcanzó los 111,83 euros en julio, lo que representa un aumento interanual del 5,6% y un crecimiento del 211% desde 2020. Las comunidades más rentables, como Illes Balears, País Vasco, Canarias y Catalunya, han reportado ingresos por encima de la media, lo que indica que el sector está en una fase de recuperación sólida y rentable.
Sin embargo, el aumento de precios y la recuperación del sector no están exentos de desafíos. La inflación y el costo de vida han afectado el poder adquisitivo de los consumidores, lo que podría impactar la demanda en el futuro. Además, la competencia entre destinos turísticos sigue siendo feroz, y las regiones deben adaptarse a las nuevas expectativas de los viajeros, que buscan experiencias únicas y sostenibles.
En resumen, el sector hotelero en España ha mostrado una recuperación impresionante desde la crisis de la pandemia, con tarifas que alcanzan niveles históricos y un aumento en los ingresos. A medida que el turismo continúa evolucionando, será crucial que los destinos y las empresas del sector se adapten a las nuevas dinámicas del mercado para mantener su competitividad y atraer a un número creciente de visitantes.