La ciudad de Barcelona se enfrenta a un desafío creciente en forma de inundaciones, un riesgo que se ha intensificado debido al cambio climático y a la urbanización desmedida en zonas vulnerables. La reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que afectó a Valencia en octubre de 2024 ha puesto en alerta a las autoridades y a los ciudadanos de la metrópoli catalana, recordando que la combinación de fenómenos meteorológicos extremos y una planificación urbana deficiente puede tener consecuencias devastadoras.
La tragedia de Valencia, donde las lluvias torrenciales causaron estragos en áreas que no estaban preparadas para tal embate, ha llevado a expertos a cuestionar la preparación de Barcelona ante un evento similar. Antonio Turiel, un destacado científico del CSIC, ha criticado abiertamente a las administraciones pública por su falta de acción preventiva. Según Turiel, no se han implementado medidas adecuadas para mitigar las pérdidas humanas en caso de inundaciones, ni se han realizado estudios exhaustivos sobre las zonas más vulnerables de la ciudad.
### Vulnerabilidad de Barcelona ante el Cambio Climático
Diversos estudios, como el del Observatorio de Sostenibilidad, han revelado que Barcelona cuenta con amplias áreas propensas a inundaciones. El río Besòs, que atraviesa la ciudad, representa una de las principales amenazas, ya que su crecida podría afectar a miles de residentes en barrios densamente poblados. Se estima que cerca de 97,500 barceloneses viven en zonas con un riesgo medio de inundación, muchos de los cuales no son conscientes de su situación.
Los barrios más vulnerables suelen ser aquellos con menor renta y una urbanización intensa, donde la alta concentración de asfalto y cemento ha disminuido la capacidad del suelo para absorber agua. Esta falta de permeabilidad no solo aumenta el riesgo durante las emergencias, sino que también complica la recuperación posterior a una inundación. La historia de Barcelona está marcada por eventos catastróficos, como la gran inundación de 1862, que dejó cerca de mil muertos y devastó áreas emblemáticas como Las Ramblas. Aunque las infraestructuras actuales han mejorado, la realidad es que el riesgo sistémico ha crecido debido a la densidad poblacional y la proximidad de infraestructuras críticas a zonas inundables.
### La Paradoja de la Seguridad Técnica
Los expertos advierten sobre una paradoja inquietante: aunque la seguridad técnica ha mejorado significativamente desde 1862, el riesgo sistémico es ahora mucho mayor. La densidad de población y la concentración de infraestructuras esenciales, como el metro y las comunicaciones, cerca de áreas propensas a inundaciones han creado una vulnerabilidad sin precedentes. Investigadores del Observatorio de Sostenibilidad y del CREAF han señalado que, aunque una inundación similar a la de 1862 podría causar menos muertes directas hoy en día, el impacto total sobre bienes, infraestructuras y la estructura social sería mucho más devastador.
La falta de una cultura de prevención y de preparación ante emergencias es un factor crítico que se debe abordar. Las autoridades han implementado sistemas de alerta y protocolos de actuación, pero estos fueron diseñados con parámetros que no contemplan fenómenos extremos como los que se están observando actualmente. La sensación de seguridad que muchos barceloneses experimentan puede ser engañosa, ya que el riesgo de una catástrofe a gran escala sigue latente.
La situación actual exige una revisión urgente de las políticas urbanísticas y de gestión de riesgos en Barcelona. Es fundamental que las autoridades tomen en serio las advertencias de los expertos y actúen de manera proactiva para proteger a la población y a las infraestructuras de la ciudad. La planificación urbana debe considerar no solo el crecimiento económico, sino también la sostenibilidad y la resiliencia ante fenómenos climáticos extremos.
En este contexto, es crucial fomentar una cultura de la prevención entre los ciudadanos. La educación sobre los riesgos de inundaciones y las medidas a tomar en caso de emergencia puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. La colaboración entre instituciones, expertos y la comunidad es esencial para construir una ciudad más segura y preparada para enfrentar los desafíos del futuro.
La experiencia de Valencia debe servir como un llamado de atención para Barcelona y otras ciudades del arco mediterráneo. La combinación de cambio climático, urbanización descontrolada y falta de preparación puede resultar en tragedias que se pueden evitar. La responsabilidad recae en todos: desde los responsables políticos hasta cada ciudadano, para asegurar que Barcelona no solo sea una ciudad vibrante y hermosa, sino también un lugar seguro para vivir.