El reciente aumento del coste de la vida en España ha captado la atención de economistas y ciudadanos por igual. En julio de 2025, el Índice de Precios al Consumo (IPC) experimentó un incremento del 2,7%, lo que representa un aumento significativo en comparación con el 2,3% registrado en junio. Este cambio ha llevado a cuestionar la efectividad de las políticas monetarias del Banco Central Europeo (BCE), que ha establecido un objetivo de inflación del 2% para este año. La situación actual plantea interrogantes sobre la estabilidad económica y el bienestar de los ciudadanos, especialmente en un contexto donde los precios de los alimentos y otros bienes esenciales están en constante fluctuación.
La variación en los precios se ha visto influenciada por diversos factores, entre los que destaca la comparación con el año anterior. En julio de 2024, se observó una caída en los precios de la energía, lo que ha distorsionado la percepción de la inflación actual. Según el Ministerio de Economía, el aumento reciente en el IPC es más contable que real, ya que se debe a la comparación con un periodo en el que los precios eran notablemente más bajos. Por lo tanto, aunque el IPC ha subido, la inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de la energía y los alimentos no elaborados, se ha mantenido relativamente estable en un 2,3% interanual.
### Impacto en los Precios de los Alimentos
Uno de los aspectos más preocupantes del aumento de la inflación es su impacto en los precios de los alimentos. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los alimentos no elaborados han contribuido a reducir el índice general de inflación en media décima. En particular, las frutas frescas han experimentado una disminución del 6,1% en julio en comparación con junio, lo que podría ser un alivio temporal para los consumidores. Sin embargo, al comparar los precios con julio de 2024, se observa un aumento acumulado del 8,8% en las frutas y del 8,4% en las hortalizas, lo que sugiere que la tendencia a largo plazo sigue siendo preocupante.
El aceite de oliva, que se convirtió en un símbolo de la escalada inflacionista hace un año y medio, ha visto una caída del 50% en su precio desde el pico alcanzado en abril de 2024. Este descenso se alinea con los precios en origen, que han vuelto a niveles de 2022, antes de la sequía que afectó la producción. Este cambio en los precios de los alimentos es crucial, ya que afecta directamente la cesta de la compra de los hogares españoles, que ya se enfrentan a un aumento en otros gastos como los combustibles y los servicios.
### Tendencias en el Sector Energético y de Servicios
El sector energético ha mostrado una dinámica interesante en los últimos meses. Aunque los combustibles han subido un 4,6% intermensual, un comportamiento habitual en la temporada de vacaciones debido al aumento de la demanda, la electricidad ha tenido un aumento más moderado del 1,2% en julio, aunque sigue siendo un 17,3% más cara que el año anterior. Por otro lado, el gas natural ha visto una ligera disminución del 1,2% entre junio y julio, lo que podría ofrecer un respiro a los consumidores.
En el ámbito de los servicios, los precios de los vuelos han aumentado significativamente, con un encarecimiento del 9,7% en los vuelos nacionales y del 13,6% en los internacionales desde julio del año pasado. Además, los paquetes turísticos han subido un 3,1%, lo que refleja la creciente demanda en el sector turístico. Esta situación ha llevado a analistas a señalar que las tensiones inflacionistas en los servicios, junto con el aumento en los precios de los alimentos, están compensando las reducciones en los precios de los productos energéticos.
La fundación Funcas ha advertido que no se espera que las tasas interanuales del índice general y del subyacente se sitúen por debajo del 2% este año. A pesar de que la economía española ha mantenido un ritmo de crecimiento, este ha sido menor en comparación con trimestres anteriores, lo que plantea desafíos adicionales para la política económica del país.
En resumen, el aumento de la inflación en España es un fenómeno complejo que afecta a diversos sectores de la economía. La interacción entre los precios de los alimentos, la energía y los servicios está creando un panorama incierto para los consumidores y las empresas. A medida que el país navega por estos desafíos, será crucial observar cómo las políticas económicas y las decisiones del BCE influirán en la estabilidad de los precios y el bienestar de los ciudadanos.