Albania ha dado un paso audaz en su lucha contra la corrupción al nombrar a Diella, una inteligencia artificial, como ministra encargada de gestionar y adjudicar todos los contratos del Estado. Este movimiento, sin precedentes a nivel mundial, busca erradicar la corrupción en un sector que ha sido históricamente problemático en el país. Diella, cuyo nombre significa «sol» en albanés, ha sido presentada por el primer ministro Edi Rama como la nueva responsable de supervisar la contratación pública, prometiendo un sistema «cien por cien libre de corrupción».
La inteligencia artificial no es una novedad en la administración albanesa; desde enero de 2025, Diella ha funcionado como asistente virtual en la plataforma e-Albania, un portal digital que facilita el acceso a casi un millón de servicios públicos. Representada como una mujer vestida con el traje tradicional albanés, ha guiado a los ciudadanos a través de comandos de voz, ayudándoles a acceder a trámites burocráticos y emitir documentos con sello electrónico. Su ascenso a un cargo ministerial es un experimento audaz que pone a prueba la capacidad de un algoritmo para resistir sobornos y favoritismos que han plagado el sistema de contratación del país.
### Un Contexto de Corrupción y Reformas
La decisión de Albania de confiar en una inteligencia artificial para combatir la corrupción se enmarca en su ambición de unirse a la Unión Europea antes de 2030. Bruselas ha exigido a Albania que implemente medidas más efectivas contra la corrupción, y la contratación pública ha sido identificada como uno de los principales focos de irregularidades. Este sector ha sido históricamente un terreno fértil para la corrupción, con el país siendo descrito como un centro de operaciones para organizaciones criminales que buscan blanquear dinero.
El primer ministro Edi Rama, quien ha consolidado su poder al obtener un cuarto mandato consecutivo en las elecciones de mayo de 2025, busca enviar un mensaje claro sobre su compromiso con la transparencia y la integración europea. La implementación de Diella como ministra es un intento de demostrar que el gobierno está tomando medidas serias para abordar la corrupción, un problema que ha socavado la confianza pública y ha obstaculizado el desarrollo del país.
### Desafíos y Expectativas
El plan es que Diella asuma gradualmente la responsabilidad de evaluar y adjudicar todos los contratos gubernamentales con empresas privadas. Teóricamente, sus decisiones se basarán únicamente en criterios predeterminados, eliminando el factor humano de una ecuación que a menudo ha estado comprometida. Sin embargo, el gobierno no ha proporcionado detalles sobre los mecanismos de supervisión humana que se implementarán ni cómo se protegerá el sistema contra posibles manipulaciones. Esto ha generado escepticismo entre la población, que se pregunta si una inteligencia artificial puede realmente ser inmune a las influencias externas.
Este movimiento coloca a Albania en la vanguardia de la gobernanza digital, un campo en el que el país ya ha demostrado ser un líder regional. La plataforma e-Albania gestiona actualmente el 95% de los servicios públicos, ofreciendo cerca de 1.200 trámites en línea en sectores como la sanidad, la educación y la creación de empresas. Aunque otras naciones han explorado la integración de la inteligencia artificial en sus operaciones gubernamentales, como Estonia y los Emiratos Árabes Unidos, la decisión de Albania de otorgar a un bot un poder decisorio a nivel ministerial es única y podría tener repercusiones significativas en la forma en que se percibe la gobernanza en el futuro.
El desempeño de Diella en la gestión de las licitaciones públicas será observado de cerca no solo en Albania, sino en todo el mundo. Su éxito o fracaso no solo definirá el futuro de la lucha contra la corrupción en el país, sino que también podría establecer un precedente sobre el papel que la inteligencia artificial puede desempeñar en la gobernanza global. A medida que el mundo se enfrenta a desafíos cada vez más complejos, la integración de la tecnología en la administración pública podría ser una solución innovadora, pero también plantea preguntas éticas y prácticas que deben ser abordadas con seriedad.