En el inicio del año 2025, el sector apícola de Estados Unidos enfrentó una crisis sin precedentes. Un desastre silencioso, que no fue causado por nuevos pesticidas ni por fenómenos climáticos extremos, ha llevado a la desaparición de más del 60% de las colonias de abejas en el país. Este colapso, que afectó a aproximadamente 1,7 millones de colmenas, ha tenido un impacto financiero devastador, estimado en 600 millones de dólares, y pone en riesgo la agricultura moderna, que depende en gran medida de la polinización de estos insectos vitales.
La situación se tornó crítica justo cuando los apicultores se preparaban para el evento de polinización más grande del mundo en los campos de almendros de California. En medio de esta crisis, un equipo de científicos del Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) comenzó a investigar las causas detrás de esta mortalidad masiva. El estudio, que se centró en seis grandes explotaciones apícolas comerciales, reveló la presencia de varios patógenos, pero tres de ellos destacaron por sus niveles alarmantemente altos: el virus de las alas deformes (DWV), en sus variantes A y B, y el virus de la parálisis aguda de las abejas (ABPV).
Un hallazgo crucial del estudio fue la diferencia entre analizar muestras generales de una colmena y examinar a las abejas individuales que mostraban síntomas de enfermedad. Mientras que las muestras combinadas de colmenas débiles y fuertes no mostraban diferencias significativas en la carga viral, el panorama cambiaba drásticamente al observar a las abejas moribundas. En estas abejas, los niveles de los virus, especialmente de la variante B del DWV, eran extraordinariamente altos. De hecho, el DWV-B se detectó en el 100% de las abejas sintomáticas, mientras que estaba ausente en las asintomáticas, lo que sugiere que estos virus son la causa directa de la muerte de las abejas.
### El Rol del Ácaro Varroa Destructor
Sin embargo, los virus no actúan solos. Necesitan un cómplice para propagarse con eficacia, y este cómplice es el ácaro parásito Varroa destructor. Este ácaro, conocido por ser un enemigo persistente de las abejas melíferas, se alimenta de ellas y, al hacerlo, les inyecta directamente los virus en su organismo, actuando como una aguja hipodérmica contaminada que facilita una infección rápida y letal.
La investigación reveló que el principal método de control de los apicultores contra el ácaro había perdido su efectividad. Los científicos analizaron los ácaros Varroa recogidos de las colonias colapsadas y encontraron que el 100% de ellos portaba un marcador genético de resistencia al amitraz, el acaricida más utilizado para controlar sus poblaciones. Este descubrimiento es alarmante, ya que indica que el ácaro ha evolucionado y se ha vuelto inmune a un tratamiento que los apicultores han utilizado durante años, permitiendo que tanto su población como la de los virus que transporta se disparen sin control.
Para confirmar la letalidad de los virus encontrados, los investigadores realizaron experimentos en laboratorio. Aislaron los virus de abejas moribundas y crearon un «inóculo» que luego inyectaron en abejas sanas. Los resultados fueron contundentes: las abejas inoculadas morían rápidamente. Un inóculo en particular, etiquetado como CV5, que contenía una mezcla de ABPV y DWV, demostró ser excepcionalmente virulento. La carga viral extraída de una sola abeja enferma fue tan potente que, por extrapolación, tenía la capacidad de matar a aproximadamente 66 millones de abejas. Una dilución diez veces menor de este extracto fue suficiente para reducir la mortalidad de un 44% a casi cero, lo que subraya la extrema peligrosidad de esta combinación viral.
Aunque otros factores de estrés, como la mala nutrición o la exposición a agroquímicos, podrían haber debilitado a las colonias, haciéndolas más vulnerables, este estudio apunta a una causa directa: el ácaro Varroa, ahora resistente al amitraz, ha provocado una epidemia de virus altamente virulentos que está diezmando las poblaciones de abejas gestionadas. Este colapso no solo representa una pérdida económica, sino que también amenaza la estabilidad de las comunidades agrícolas que dependen de la polinización.
Los hallazgos de esta investigación subrayan la necesidad urgente de desarrollar nuevas estrategias para controlar al ácaro Varroa y proteger a las abejas, un actor insustituible en la seguridad alimentaria mundial. La crisis apícola actual es un recordatorio de la fragilidad de los ecosistemas y la importancia de preservar a estos polinizadores esenciales para la agricultura y la biodiversidad.