En el emblemático barrio de Triana, Las Palmas de Gran Canaria, se ha desatado una ola de vandalismo que ha dejado a seis comercios afectados en solo una semana. Este fenómeno ha generado preocupación entre los propietarios de los establecimientos, quienes han visto cómo sus negocios se convierten en blanco de ataques sistemáticos. La situación ha llevado a los comerciantes a exigir una mayor presencia policial y medidas de seguridad más efectivas en la zona.
**Patrón de Ataques y Modus Operandi**
Los ataques comenzaron el pasado fin de semana, y la Policía Nacional ha identificado un patrón claro en el modus operandi de los delincuentes. Los asaltantes se acercan a los escaparates de las tiendas, rompen el cristal con mazas o piedras y se llevan lo que pueden. Sin embargo, el botín obtenido no es significativo; en muchos casos, solo se han llevado algunos complementos o, incluso, no han sustraído nada, limitándose a causar daños materiales. Esto ha llevado a algunos comerciantes a especular sobre la motivación detrás de estos actos, sugiriendo que podría tratarse de individuos que buscan divertirse a expensas de los negocios locales.
Uno de los comerciantes afectados comentó: «Llegas por la mañana y te encuentras con el escaparate roto. Parece que actúan día sí y día no, en la mayoría de los casos». Este sentimiento de inseguridad se ha intensificado, ya que los propietarios no solo enfrentan el costo de las reparaciones, sino también la pérdida de ingresos por no poder abrir sus puertas tras un asalto. La situación se agrava en épocas de rebajas, cuando el impacto económico es aún más significativo.
**Demandas de Seguridad y Vigilancia**
Ante esta creciente preocupación, los comerciantes han hecho un llamado a las autoridades locales para que se implementen medidas de seguridad más efectivas. Entre sus peticiones se encuentra la instalación de cámaras de videovigilancia en las calles del área comercial, así como un aumento en la presencia policial. Los comerciantes argumentan que la falta de vigilancia ha permitido que estos actos delictivos se repitan con impunidad.
«Lo que el supuesto ladrón —o la banda— evita es actuar en la calle Mayor de Triana, sabedores de que allí hay cámaras municipales que lo pueden grabar», señala uno de los afectados. Este comentario resalta la necesidad de una mayor cobertura de seguridad en otras áreas del barrio, donde los delincuentes parecen sentirse más cómodos para llevar a cabo sus actos vandálicos.
Los comerciantes también han expresado su frustración por la falta de acción por parte del Ayuntamiento. Muchos de ellos han denunciado los hechos ante la Policía Nacional y han solicitado la apertura de una comisaría en Triana, una promesa electoral que aún no se ha cumplido. Sin embargo, hasta que se implementen estas soluciones, los propietarios se ven obligados a confiar en la capacidad de la Policía para resolver la situación.
**Impacto en la Comunidad y el Comercio Local**
El vandalismo no solo afecta a los propietarios de los comercios, sino que también tiene un impacto negativo en la comunidad en general. La percepción de inseguridad puede disuadir a los clientes de visitar la zona, lo que a su vez afecta la economía local. Los comerciantes han señalado que, aunque no han visto un aumento general en el número de robos, la frecuencia de estos ataques vandálicos ha creado un ambiente de temor y desconfianza.
«Ahora tenemos esta oleada de robos nocturnos, pero no hemos visto un aumento de robos, en el total de las cifras. Son los mismos, pero por rachas», confiesan. Esta situación ha llevado a muchos a cuestionar la efectividad de las medidas de seguridad actuales y a exigir cambios inmediatos.
Los seguros de los locales suelen cubrir el costo de las reparaciones, pero no compensan las pérdidas económicas que sufren los comerciantes al no poder operar tras un asalto. «Imagina el perjuicio de un escaparate roto en época de rebajas, con una importante carga de trabajo. Pierdes la facturación, al menos de ese día», lamenta uno de los comerciantes. Esta realidad pone de manifiesto la necesidad de abordar el problema del vandalismo de manera integral, no solo desde una perspectiva de seguridad, sino también considerando el impacto económico que tiene en la comunidad.
Mientras tanto, los comerciantes de Triana continúan esperando respuestas y soluciones efectivas que les permitan operar con tranquilidad y seguridad. La comunidad se mantiene alerta, esperando que las autoridades tomen medidas decisivas para frenar esta ola de vandalismo que amenaza la estabilidad de sus negocios y la seguridad de sus calles.