La temporada 2024-25 ha sido un verdadero calvario para la Unión Deportiva Las Palmas, que ha visto cómo sus aspiraciones de permanecer en la máxima categoría del fútbol español se desvanecían en un mar de decisiones erróneas y falta de planificación. Desde la salida de su entrenador García Pimienta hasta la llegada de Luis Carrión y su posterior destitución, el club ha estado atrapado en un ciclo de ineficacia que ha dejado a los aficionados desilusionados y con la sensación de que el proyecto deportivo ha fracasado estrepitosamente.
La marcha de García Pimienta al Sevilla fue el primer golpe para la UD Las Palmas. La dirección deportiva, en un intento de encontrar un reemplazo adecuado, decidió apostar por Luis Carrión, un entrenador que aún tenía contrato con el Real Oviedo y que estaba inmerso en los playoffs de ascenso. Esta decisión, que ya de por sí era arriesgada, se tornó en un verdadero fiasco cuando Carrión no logró obtener resultados positivos en su breve paso por el club. En sus primeras nueve jornadas, el equipo solo consiguió tres empates, lo que llevó a su destitución y a la búsqueda de un nuevo timonel.
La llegada de Diego Martínez, un entrenador con un estilo de juego completamente opuesto al de Carrión, marcó un nuevo capítulo en la temporada. Mientras que Carrión intentaba implementar un fútbol ofensivo y atractivo, Martínez optó por un enfoque más conservador, renunciando a la posesión del balón y a la creatividad en el juego. Esta falta de coherencia en la dirección técnica se tradujo en un rendimiento decepcionante en el campo, donde Las Palmas se vio obligada a jugar un fútbol directo y poco elaborado, lo que no solo frustró a los aficionados, sino que también afectó la moral del equipo.
La situación se complicó aún más con la pérdida de jugadores clave como Kirian Rodríguez, quien sufrió una recaída de su enfermedad, y la llegada de refuerzos que no lograron marcar la diferencia. La dirección deportiva, que había realizado una gran cantidad de fichajes en verano, se encontró con una plantilla descompensada y carente de calidad. A pesar de la llegada de jugadores como Bajcetic y Pelmard, el equipo no logró encontrar la estabilidad necesaria para competir en la liga. La falta de una estrategia clara y la incapacidad de los fichajes para adaptarse al estilo de juego del equipo fueron factores determinantes en el descenso.
A medida que avanzaba la temporada, la situación se tornó insostenible. Las Palmas encadenó una racha de 12 partidos sin ganar, lo que prácticamente selló su destino. Aunque hubo destellos de esperanza con victorias ante equipos como el Getafe y el Atlético de Madrid, estos resultados fueron solo un espejismo en medio de una crisis profunda. La afición, que había mostrado su apoyo incondicional, comenzó a expresar su descontento, exigiendo responsabilidades a la dirección deportiva y al presidente Miguel Ángel Ramírez.
El descenso de la UD Las Palmas no solo es un reflejo de una temporada desastrosa, sino también de una gestión deportiva que ha dejado mucho que desear. La falta de planificación, la elección de entrenadores sin una visión clara y la incapacidad para construir un equipo competitivo han llevado al club a una situación crítica. La dirección deportiva, que ha sido objeto de críticas por sus decisiones, deberá replantearse su enfoque si desea recuperar la confianza de los aficionados y aspirar a un regreso a la Primera División.
La afición de Las Palmas, que ha demostrado ser una de las más leales y apasionadas del fútbol español, se encuentra en un momento de incertidumbre. Con el descenso consumado, el club deberá afrontar una reestructuración profunda que incluya no solo cambios en la plantilla, sino también en la dirección técnica y en la filosofía del club. La necesidad de un proyecto sólido y bien definido es más urgente que nunca, y los próximos meses serán cruciales para determinar el futuro de la UD Las Palmas.
En resumen, la temporada 2024-25 ha sido un verdadero desastre para la UD Las Palmas, marcado por decisiones erróneas y una falta de dirección clara. La afición espera que la dirección del club tome las medidas necesarias para corregir el rumbo y devolver al equipo a la categoría que merece. La reconstrucción será un proceso largo y complicado, pero es esencial para recuperar la identidad y la competitividad que siempre han caracterizado a la UD Las Palmas.