Las elecciones canadienses de 2025 se han convertido en un escenario donde el impacto de la política estadounidense, especialmente la figura de Donald Trump, ha tomado un protagonismo inesperado. Este lunes, los canadienses se dirigen a las urnas para elegir un nuevo gobierno, en un contexto marcado por el aumento del costo de vida y la vivienda, que ha sido eclipsado por la reaparición del magnate en la Casa Blanca. La guerra comercial y las amenazas de anexión de Canadá a Estados Unidos han llevado a los votantes a replantearse su soberanía nacional y a buscar un liderazgo que pueda proteger sus intereses.
La situación se ha vuelto crítica, y expertos como Tari Ajadi, profesor de política canadiense en la McGill University, advierten que la elección no solo se trata de economía, sino de la defensa de la soberanía nacional. «Canadá se juega su soberanía nacional», afirma Ajadi, resaltando que la amenaza de convertirse en el estado número 51 de EE.UU. ha transformado la discusión política en el país. La dimisión de Justin Trudeau en enero, tras casi una década de mandato, abrió la puerta a Mark Carney, un ex banquero central sin experiencia política previa, quien convocó elecciones anticipadas en un intento por capitalizar el descontento popular.
El regreso de Trump ha cambiado las dinámicas electorales, haciendo que los liberales, que inicialmente enfrentaban un panorama sombrío, ahora se presenten como los defensores de Canadá ante las amenazas externas. La retórica de Carney se ha centrado en la necesidad de una respuesta firme ante las políticas de Trump, lo que ha resonado con un electorado preocupado por la seguridad y la autonomía del país. En este contexto, la elección se ha convertido en un referéndum sobre quién puede proteger mejor a Canadá de las influencias estadounidenses.
El fenómeno de Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador, ha añadido otra capa de complejidad a la contienda. Conocido como el ‘Trump canadiense’, Poilievre ha intentado distanciarse de la retórica populista que lo caracteriza, especialmente en un país donde el paralelismo con Trump se ha vuelto impopular. A pesar de su plataforma libertaria y su enfoque en el nacionalismo, el resurgimiento del sentimiento patriótico en Canadá ha llevado a una mayor unidad entre los votantes, quienes buscan proteger su identidad nacional frente a las amenazas externas.
La campaña electoral ha revelado un extraño consenso entre los candidatos sobre la agenda política del país. Ambos, Carney y Poilievre, han prometido reducir impuestos y burocracia, y enfrentarse a Trump, aunque sus enfoques difieren. Carney aboga por la cooperación multilateral y la resistencia económica, mientras que Poilievre se enfoca en la autosuficiencia nacional y la desregulación. Este consenso ha llevado a una moderación en sus propuestas, con Carney adoptando un enfoque más pragmático que prioriza la economía sobre el clima, lo que refleja la presión que sienten ambos candidatos por conectar con un electorado preocupado por el costo de vida.
Los sondeos de intención de voto sugieren que Carney, con su experiencia en el Banco de Canadá y el Banco de Inglaterra, podría ser visto como la opción más confiable en tiempos de incertidumbre. Sin embargo, el descontento de los jóvenes, que sienten que no pueden confiar en los liberales y que han comenzado a mirar hacia los conservadores, añade una dinámica interesante a la contienda. Este grupo, preocupado por el costo de la vivienda, representa un desafío significativo para Carney, quien debe demostrar que puede abordar sus preocupaciones de manera efectiva.
La elección de Canadá no solo es crucial para el futuro del país, sino que también podría sentar un precedente sobre cómo las democracias enfrentan los desafíos de la política internacional y la economía en un mundo cada vez más polarizado. La influencia de Trump y su estilo de liderazgo han dejado una marca indeleble en la política canadiense, y la forma en que los votantes respondan a estas elecciones podría tener repercusiones más allá de sus fronteras. En un contexto donde el deseo de cambio es palpable, los canadienses se enfrentan a la difícil tarea de elegir un líder que no solo aborde sus preocupaciones inmediatas, sino que también proteja su soberanía y su identidad nacional frente a las amenazas externas.