El juicio del ex presidente de Kosovo, Hashim Thaçi, ha captado la atención internacional, especialmente por las implicaciones que tiene en la memoria histórica de la guerra de Kosovo y el papel de Estados Unidos en el conflicto. Más de 26 años después de los bombardeos de Belgrado, el testimonio de James Rubin, exsubsecretario del Departamento de Estado de EE.UU., ha puesto en tela de juicio las acusaciones que enfrenta Thaçi por crímenes de guerra y lesa humanidad. En su comparecencia ante el Tribunal Especial para Kosovo en La Haya, Rubin defendió la figura de Thaçi, argumentando que no existen pruebas que respalden los cargos en su contra, que incluyen asesinato, tortura y desaparición forzada entre 1998 y 1999.
Rubin, quien fue el primer testigo convocado por la defensa, afirmó que durante su tiempo en el gobierno estadounidense no se encontró evidencia que confirmara las acusaciones contra Thaçi. Según sus palabras, las imputaciones podrían ser el resultado de campañas de desinformación, posiblemente orquestadas por Serbia y Rusia. «Pregunté a agencias de inteligencia, expertos internacionales y militares. No recibimos confirmación alguna de esas acusaciones», declaró. Esta defensa ha generado un debate sobre la veracidad de las acusaciones y el contexto en el que se desarrollaron los eventos en Kosovo.
### La Relación entre Estados Unidos y Hashim Thaçi
El testimonio de Rubin también reveló la relación cercana que se estableció entre Estados Unidos y Thaçi durante la guerra. En 1998, el gobierno estadounidense comenzó a ver en Thaçi a un interlocutor clave, especialmente en un contexto donde el objetivo era prevenir un posible genocidio contra los albanokosovares por parte de las fuerzas serbias. Rubin recordó cómo la entonces secretaria de Estado, Madeleine Albright, alentó a los diplomáticos a acercarse a Thaçi, lo que llevó a un contacto más cercano entre ambos. Según Rubin, el apoyo de EE.UU. a Thaçi fue fundamental para su ascenso y para la estrategia estadounidense en la región.
Sin embargo, Rubin también describió a Thaçi como un «hombre de fachada» que carecía de verdadero poder. Afirmó que Thaçi no tenía la autoridad ni las capacidades necesarias para tomar decisiones significativas durante el conflicto. Esta afirmación plantea interrogantes sobre la naturaleza del liderazgo en el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) y su capacidad para llevar a cabo las acciones que se le imputan. La defensa de Thaçi se basa en la idea de que, si realmente hubiera habido pruebas de crímenes, Estados Unidos no habría respaldado su liderazgo.
### Contexto del Juicio y Reacciones en Kosovo
El juicio de Thaçi, que comenzó en abril de 2023, ha sido un evento significativo en la historia reciente de Kosovo. Junto a él, otros líderes del ELK, como Kadri Veseli, Rexhep Selimi y Jakup Krasniqi, también enfrentan cargos similares. La acusación sostiene que entre marzo de 1998 y septiembre de 1999, miembros del ELK cometieron crímenes contra civiles en Kosovo y en el norte de Albania, específicamente contra aquellos considerados opositores a la milicia o simpatizantes de Serbia.
El juicio ha generado reacciones encontradas en Kosovo. Durante el testimonio de Rubin, se llevaron a cabo manifestaciones de apoyo a Thaçi en las inmediaciones del tribunal, lo que refleja el fervor nacionalista que aún persiste en la región. Políticos y analistas albanokosovares han expresado su júbilo ante la defensa de Rubin, interpretando sus declaraciones como un respaldo a la lucha por la independencia de Kosovo y a la figura de Thaçi como un líder clave en ese proceso.
Este juicio es el segundo que se lleva a cabo en el Tribunal Especial para Kosovo, y el primero no resultó favorable para el acusado. Salih Mustafá, otro líder guerrillero, fue condenado a 26 años de prisión por crímenes similares. La atención mediática y la implicación de actores internacionales en el juicio de Thaçi subrayan la complejidad de la situación en Kosovo y el legado de la guerra en la región.
La defensa de Thaçi y las acusaciones en su contra no solo son un asunto legal, sino que también son un reflejo de las tensiones políticas y sociales que aún persisten en los Balcanes. A medida que el juicio avanza, el mundo observa de cerca cómo se desarrollan los acontecimientos y qué implicaciones tendrá para el futuro de Kosovo y su relación con la comunidad internacional.